domingo, 20 de enero de 2013

Noel Rodríguez fue y será Bandera Roja

 
HISVET FERNÁNDEZ | 19/01/2013 11:59:56 p.m.
Venezuela ha vivido en los últimos años un "proceso" que engañosamente tiene como finalidad la construcción del socialismo y, para hablar con exactitud, "socialismo del siglo XXI"
Esto sólo es creíble desde la perspectiva de la fe o desde sectores seguidores del proceso que han creído en las promesas, ofrecimientos y autodefiniciones de quienes se han proclamado marxistas y revolucionari@s.

Sin embargo, hay otra perspectiva de partidos que han enarbolado banderas de verdadero socialismo y que se caracterizan por tener mayor claridad teórica, filosófica y política sobre el socialismo; socialismo sin adjetivos. 

A propósito de los 43 años de Bandera Roja, a celebrarse hoy 20 de enero, recuerdo a Noel Rodríguez, quien fue mi primer jefe en la UCV cuando le tocó asumir la dirección del trabajo estudiantil y de toda Bandera Roja en Caracas. Llama poderosamente la atención que este partido que se define en sus estatutos como "un partido de vanguardia de la clase obrera (...) que asume en su Programa las aspiraciones inmediatas de las demás clases explotadas y oprimidas" y que es "la unión consciente y combativa de revolucionari@s que luchan por la transformación socialista de Venezuela", no hayan apoyado jamás a este "proceso". 

Cuando una trata de contrastar las prácticas reales con los discursos de los supuestos socialistas engobiernados, contradicciones profundas afloran en los resultados. No existen logros muy halagadores luego de 14 años de manejo absoluto del poder y de una multimillonaria renta petrolera.

Estos lamentables resultados y la ausencia del único liderazgo que ha sostenido esa esperanza, nos indican que este falso socialismo es insostenible porque no se ha basado en la construcción de nuevas relaciones de producción, sino de "alucinaciones sociales".

Este enorme engaño no me hace perder esperanzas. Podemos voltear la mirada y buscar; se puede revisar la práctica de Bandera Roja, de sus cuadros dirigentes, y constatar una conducta constante para anteponer los intereses del país y de sus postulados éticos ante los intereses personales. Ni un rico le conozco a Bandera Roja. Ni un enriquecido, ni un boliburgués.

Ayer la Fiscal expuso el hallazgo de los restos de Noel Rodríguez. Se le olvidó mencionar que es el alma y cuerpo de Bandera Roja. Figuras como Noel, Jesús Márquez Finol, Sor Fanny Alfonso (asesinados), Gabriel Puerta, Carlos Hermoso y otr@s que viven, nos muestran una cara diferente de construcción verdadera del socialismo. 43 años de lucha ininterrumpida y una perspectiva genuina de socialismo que más temprano que tarde encarnará La Alternativa y una renovada esperanza de verdadera revolución.
Psicóloga social

miércoles, 16 de enero de 2013

"Balance 2012 sobre las Mujeres", por Hisvet Fernández


Hisvet Fernández

Hisvet Fernández
Iniciamos un nuevo año y cuando hacemos un balance de las condiciones necesarias para que las Mujeres venezolanas puedan ejercer sus derechos humanos de manera plena y vivan realmente una vida libre de violencia, como se plantea en la LODMVLV 2007, nos encontramos con que las cuantas no favorecen para nada a las mujeres. Según declaraciones de la Directora de la Maternidad Concepción Palacios el 40% de las parturientas son menores de 25años. Lo que nos dice de una cantidad considerable y alarmante de madres adolescentes con las negativas consecuencias que significa esto para el desarrollo social de las mismas en roles que trasciendan la Maternidad como destino y no como opción para las mujeres. El Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres desde el 2011 elaboro y publico Las Tareas Urgentes que estaban pendientes para que las venezolanas accedan a una vida libre de violencia y ninguna de esas tareas se ha realizado satisfactoriamente. Encontramos que: No hay un Plan Nacional para la prevención y atención a los diferentes tipos de violencias contra las Mujeres; No hay planes de formación idóneos y continuos a las y los funcionarios del Sistema de Administración de Justicia sobre Violencia contra las Mujeres; No se asigna un presupuesto suficiente ni a las Instituciones Gubernamentales ni a las Ong's especializadas de apoyo a las victimas de violencia; No existe aun el Reglamento de la LODMVLV lo que limita la aplicación de esta;
No se han reformado ni el Código Civil ni el Penal eliminando contradicciones con las leyes nacionales y Convenios internacionales sobre derechos de las mujeres;
Se siguen aplicando evaluaciones psicológicas, denuncias escritas y otras exigencias a las victimas de violencias, lo que desanima a las mujeres a realizar las denuncias;
No hay Fiscalías del Ministerio Públicos especializadas en Violencia en todo el territorio nacional;
No se han puesto en funcionamiento las Casas de Abrigo para mujeres victimas de violencia por municipio como lo plantea la Ley y seguimos teniendo 1 sola a nivel nacional, esto coloca en riesgo de muerte a miles de mujeres; Las Gobernaciones y Municipios no cuentan con presupuestos ni con la voluntad política para cumplir sus obligaciones en materia de prevención, atención y erradicación de la violencia contra las mujeres, establecidas en la Ley.
 Con este balance naturalmente que las mujeres tienen más logros simbólicos que reales relacionados con la garantía de sus Derechos Humanos, en su avance hacia la igualdad de género, y en la posibilidad real de vivir una vida libre de violencia. Seguimos como un "asunto de poca importancia" política para la dirigencia política del sector gubernamental y de oposición. Solo voltean la mirada hacia las mujeres de manera demagógica y se mantienen las deudas con la superación verdadera de los obstáculos para el desarrollo pleno de nuestra ciudadanía. Las mujeres tenemos que abrir nuestros ojos y luchar organizadas y unidas en pos de nuestras justas reivindicaciones. Ojala este año 2013 se pueda concretar una verdadera Unidad superior de las organizaciones de Mujeres basadas en el principio feminista de nuestra doble militancia. Hisvet Fernández

martes, 8 de enero de 2013

CRITICA DEL PROGRAMA DE GOTHA

C. MARX
CRITICA DEL PROGRAMA DE GOTHA
CRITICA DEL PROGRAMA DE GOTHA
"En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y, con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; solo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: “De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades."
K. Marx. Crítica del programa de Gotha, 1875.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Lenin y la emancipación de la Mujer, por su esposa Nadeshaya Krupskaya


Lenin y la emancipación de la Mujer.
 El pensamiento de Lenin sobre la emancipación de la mujer, fue recopilado por su esposa Nadeshaya Krupskaya en su obra Lenin y la emancipación de la mujer, en la que reúne la síntesis de sus artículos y discursos sobre el tema. Escribe Krupskaya que “desde el comienzo de su actividad revolucionaria, Lenin dedicó una atención especial a la situación de las obreras y las campesinas así como a la incorporación de la mujer al movimiento obrero”. Para Lenin, la transformación de la situación de la mujer está indisolublemente ligada a toda la lucha por la causa obrera y por el socialismo.
Si quisiéramos resumir el pensamiento de Lenin sobre la emancipación de la mujer en una sola palabra, ésta sería IGUALDAD ya que él concebía la plena igualdad de la mujer como un principio indiscutible para un comunista. Igualdad en su sentido más es una igualdad real frente a la igualdad formal de la burguesía. Lenin explica la diferencia entre ésta y la igualdad enla RusiaSoviética:” El capitalismo –dice- combina la igualdad formal con la desigualdad económica de la que deriva naturalmente la desigualdad social. Y precisa: “Una de las manifestaciones más flagrantes de la injusticia es la desigualdad de derechos de la mujer frente al hombre” y añade,” contrariamente, las medidas bolcheviques para erradicar la desigualdad, no son medidas adormecedoras, de tutela, sino que, como revolucionarias, nuestras medidas llaman a la mujer a trabajar en pie de igualdad con el hombre por la transformación de la economía y la superestructura ideológica”.

Estas medidas tienen un aspecto innovador según dice el mismo Lenin pues, en la dictadura del proletariado, las reivindicaciones para la mujer ya no son objeto de lucha entre el proletariado y la burguesía, sino que son ladrillos para la edificación de la sociedad comunitaria. Piensa asimismo que “no puede haber revolución socialista si la inmensa mayoría de las mujeres trabajadoras no participan en ella en grado considerable”.

Enla RusiaSoviética, la lucha por la igualdad de la mujer comprende todos los ámbitos de la vida: políticos, económicos y sociales, primando especialmente el marco familiar en el que inciden los tres ámbitos.
Si como decía , “sin teoría no puede haber una buena práctica,” empezaremos por releer su teoría y su diagnóstico de la situación de la mujer para pasar después a la buena práctica de su realización.
Ámbito político: Para Lenin,“lo principal y fundamental del bolchevismo  y dela Revoluciónde Octubre, consiste en la incorporación a la política de los que sufrían mayor discriminación y opresión bajo el capitalismo,” de modo que no es posible incorporar a estas masas a la política sin incorporar a las mujeres”. ¿Cuál es el modo de conseguirlo? Hacer que en un primer momento, las tareas políticas para la masa trabajadora sean sencillas, claras y plenamente asequibles para todos, eliminando así la discriminación elitista, enmascarada en las viejas sociedades capitalistas que alegaban que, para ocuparse de política, se necesitaba una formación especial. Para hacer efectiva esta incorporación debía complementada con la práctica.
Por tanto es preciso que todos, en este caso especialmente las trabajadoras, intervengan cada vez más, en la gestión de las empresas públicas y en la administración del Estado. Insta igualmente a que las obreras participen activamente en las elecciones a los Soviets para que tengan una mayor presencia en ellos y se demuestre que el proletariado tiene la voluntad de luchar contra la vieja desigualdad burguesa de la mujer y que lo está haciendo.

Ámbito económico: Este aspecto es otro factor imprescindible para la emancipación de la mujer. Las mujeres de todas las clases estaban sometidas al patriarcado político, religioso y social, es decir, condenadas a la dependencia de los varones. Lenin describe la situación de esclavitud de las mujeres  en la vieja sociedad: las burguesas porque al carecer de derechos, estaban bajo la total dependencia del hombre. Las trabajadoras, por la situación inhumana en la que se encontraban, tanto en lo social como en lo personal. Las campesinas, porque la economía agrícola, pequeña y media, ataba a la mujer a la hacienda individual, en la que era la auténtica esclava del marido. Sin horizonte social, estaba condenada a sufrir una doble explotación: la doméstica y la del sistema. A título de ejemplo, Lenin cita el caso de un empresario de Moscú que “deslocaliza” la producción de su empresa de trabajo a domicilio, de la ciudad al campo, explicando que, “en Moscú las viviendas son caras y las obreras”, “las Kusares hay que darles pan blanco, mientras que en la aldea trabajan en su isba y comen pan negro”. En todos los casos, el trabajo de las mujeres es más rentable para el propietario. La desigualdad salarial produce una mayor plus valía, ya que las mujeres reciben un salario inferior por el mismo trabajo que haría un hombre.
La desigualdad salarial constituye, por tanto, uno de los factores más importantes de la sumisión femenina, porque, a causa de esta inferioridad, sus ingresos no constituyen un valor indispensable para el mantenimiento de la familia, quedando por tanto desvalorizado como aporte auxiliar.
Aunque es preciso señalar que la desvalorización del trabajo de la mujer, no era exclusivo dela RusiaZarista.En nuestro mundo, tanto en las sociedades económicamente más desarrolladas, como en las subdesarrolladas, las mujeres, por la falta de una educación, que Flora Tristan denominaba “útil”, es decir, útil para ella y para la sociedad, se han visto relegadas, cuando no marginadas, de la actividad productiva y por consiguiente, privadas de reconocimiento social.
Por esta razón,la UniónSoviéticapriorizó la igualdad salarial y la incorporación de la mujer al trabajo colectivo común. Lenin precisa a esta respecto que “no se trata de igualar a la mujer en el volumen, la duración y las condiciones del trabajo, sino de lo que se trata es de que no se vea, por su condición económica, en condiciones de inferioridad respecto al hombre.

En el mundo rural, la única solución  para la emancipación de la campesina reside en la colectivización puesto que, al integrarse en la producción común, se libera de la esclavitud de la economía doméstica.
Igualmente, vemos cómo la integración del resto de las obreras a la industria mecánica, además de igualar su condición laboral impulsa su desarrollo personal y su independencia.

Aspectos sociales y domésticos: Estos dos aspectos son interdependientes para la emancipación de las mujeres. Lenin estaba convencido de que su papel dentro de la familia era la clave de su opresión y subraya que, al igual que el resto de las explotaciones que sufre, ésta deriva del concepto erróneo de su condición inferior. Subraya asimismo que “la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida”. En el hogar, las mujeres son “esclavas domésticas” y que, además de desempeñar todas las tareas domésticas, consiguen mantener a la familia con unos pocos centavos “economizando en  todo menos en su trabajo”. De este abuso familiar, Lenin hace cómplices a los hombres especialmente a los comunistas. Dice: “Escarbad en un comunista y encontraréis un filisteo”. “¿Existe una prueba más evidente que la calma con que los hombres ven cómo de desgasta la mujer en el trabajo doméstico? Si no colaboran con ellas es porque consideran que esto está reñido con el “derecho y la dignidad del marido”.

Y como sabe que no es sencillo remontar el atraso de siglos, Lenin propone que, en el trabajo con las masas femeninas se priorice el trabajo educativo entre los hombres y esto – dice – debemos hacerlo tanto e el Partido como con las masas.
Ámbito social: En este aspecto Lenin considera la prostitución como el exponente más flagrante inflingida a la mujer ya que su origen y su práctica son el fruto de la “tremenda miseria y de las vergonzosas humillaciones que sufre, débil y desamparada, bajo el régimen burgués”. Señala Krupskaya que Lenin se indignaba ante la hipocresía de la burguesía que, mientras quiere hacer ver que la combate, la permite y la estimula. Como ejemplo dice que “la burguesía viola a las adolescentes en las colonias y cómo “la libre y civilizada” Norteamérica organiza la trata de blancas y rapta a las muchachas en los países sojuzgados para explotarlas en sus burdeles”. El egoísmo de estos países hace que se desentienda de las causas sociales de la prostitución y la promueva como factor económico para su beneficio.

Por tanto, para liberar a las mujeres del yugo de la prostitución, Lenin propone su reinserción en el mundo productivo, su integración en los sindicatos y en los partidos obreros, único medio de luchar contra la causa de su pobreza, al tiempo que se hace con ellas una labor psicológica que les ayude a recuperar su dignidad. Y, contrariamente al sistema represivo burgués, que penaliza la actividad que promueve, enla RusiaSoviética, la prostituta no es considerada una delincuente sino una víctima de la sociedad y de las condiciones económicas que ésta le impone.

Otro aspecto decisivo como derecho y como factor de igualdad es el divorcio que, para la mujer representa una cuota indispensable para su libertad y para la emancipación de su sujeción familiar.
Una nota significativa, aunque a primera vista no se le de demasiada importancia, es el lenguaje, en el que frecuentemente Lenin establece la dualidad masculina-femenina, por la que remarca la inclusión de las mujeres en el proyecto político que narra. Así  las octavillas dirigidas a los obreros de la fábrica Thornton llevan el título “A los obreros y a las obreras”, más tarde aludirá a la “liberación de los obreros y de las obreras del yugo capitalista, impulsada por cientos de campesinos y campesinas,” lo mismo que cuando se refiere a los derechos del ciudadano y de la ciudadana”. Esta dualidad lingüística responde a un planteamiento político y no al exclusivo concepto de afirmación de género del lenguaje feminista.

El enfoque de Lenin sobre la emancipación de la  mujer excluye cualquier atisbo de paternalismo por lo cual implica a la mujer en su proceso de liberación. Afirma que lo mismo que la emancipación de los obreros debe ser obra de los obreros mismos, la emancipación de las obreras debe ser obra de las obreras mismas. Son ellas las que deben preocuparse de desarrollar sus instituciones, lo que les permitirá el cambio completo de su situación. Para Lenin, la igualdad de la mujer en la construcción del socialismo, no admite separaciones de género, que solo conducen a obstaculizar el proceso revolucionario. Lenin sabe que “sin las mujeres no puede haber un movimiento verdadero de masas” pero precisa: “Nada de organizaciones especiales de mujeres comunistas. La comunista es tan militante del Partido como lo es el comunista, “con las mismas obligaciones y derechos. En esto – concluye – no puede haber  ninguna divergencia.”

Entre sus colaboradores más cercanos figuraban muchas mujeres, las cuales, a pesar de sus valiosas aportaciones, no han pasado a la historia con el relieve que merecen. Entre ellas voy a citar únicamente a tres: Nadezhaya Krupskaya, Clara Zetkin y Alejandra Kollontai.

Nadezhaya Krupskaya, militante del Círculo Marxista desde su juventud, fue Secretaria del Comité Central del Partido bolchevique en 1905. En 1917 fue nombrada Comisaria de Educación. Pedagoga, feminista, autora de numerosas obras, es injustamente más conocida por ser la esposa y compañera de Lenin que por su actividad, que ha quedado así oscurecida para el gran público.

Krupskaya fue la creadora del sistema educativo dela UniónSoviética, basado en la teoría  marxista, integral y polivalente. Organizó las bibliotecas de todo el país. Éstas tenían que desempeñar un papel muy importante en la construcción de la sociedad soviética y su misión, además de mejorar el nivel cultural de la población, era indispensable para consolidar la infraestructura ideológica de la teoría marxista. Para llevarlo a cabo creó un cuerpo de bibliotecarios, encargados de la formación política y cultural de los lectores. Durante el gobierno de Lenin se fundaron miles de bibliotecas por todo el país. Además  cada fábrica disponía de un centro social, una biblioteca y una escuela.

Clara Zetkin, cofundadora con Rosa Luxemburgo del Partido Socialista alemán, fue una de las pioneras de la lucha por la emancipación de la mujer y por el Comunismo. Destacó igualmente como defensora del voto para la mujer que ella consideraba no solamente un derecho individual y natural sino, sobretodo un derecho natural y social. En el II Congreso internacional en 1889, defendió la posición de los marxistas que propugnaban el sufragio universal, propuesta que salió vencedora frente a la de los reformistas que lo reclamaban únicamente para los hombres.
Zetkin fue la promotora de instaurar el 8 de marzo como el Día Internacional dela MujerTrabajadora.Fue miembro del Comité ejecutivo del Komintern Internacional Comunista y en 1924 presidió el Socorro Rojo Internacional. Fue amiga y colaboradora de Lenin y de Krupskaya y participó en todos los  movimientos para integrar a las mujeres en la construcción del Comunismo y afirmaba que, “si las mujeres quieren ser libres, es preciso que unan sus fuerzas a las del movimiento obrero”.

Alejandra Kollontai era una relevante feminista, bolchevique y miembro del Comité del Partido en 1917. Votó a favor de la insurrección y de la toma del Palacio de Invierno. En 1918 fue una de las organizadoras del Congreso de Mujeres Trabajadoras de toda Rusia. De este congreso surgióla Seccióndela Mujerdel Partido Comunista. Tras el triunfo dela Revoluciónentró en el gobierno como Comisaria del Pueblo para el bienestar Social. Elaboró el programa sobre la protección de la maternidad en 1918.         Estableció una completa estructura de clínicas de maternidad, consultorios, casas cuna, guarderías, residencias para madres e hijos en dificultades, vacaciones, comedores entre otros. En la historia de la protección a la  mujer y a la infancia,la UniónSoviéticaalcanzó cotas que ningún otro país había conseguido.
Si nos limitamos al simple enunciado de las conquistas logradas porla Revoluciónpara la total transformación de la situación de la mujer, podemos apreciar la dimensión que alcanzaron: Matrimonio Civil – Derecho – Divorcio, por acuerdo de los conyugues –  Derecho a demandar judicialmente del padre alimentos para el sostenimiento del hijo. – -Aborto, gratuito, realizado en hospitales públicos – Programa de maternidad, ya mencionado – Abolición de la ilegitimad de los hijos habidos fuera del matrimonio o de madres solteras -  Condiciones d trabajo – salubridad, supresión de trabajo nocturno, horarios – Igualdad salarial, siendola UniónSoviéticael único país que legisló “a igual trabajo, igual salario”.

Enla IVConferencia  a las Mujeres sin partido en Moscú en 1919, afirmaba Lenin: “La cuestión relativa a la situación de la mujer ha sido planteada por el Poder Soviético desde el primer momento (…) Ahora podemos decir con orgullo que, exceptuandola UniónSoviética, no existe ningún país en el mundo donde la mujer goce de plena igualdad de derechos y no esté colocada en una situación humillante, particularmente sensible en la vida cotidiana y familiar. Ésta fue una de nuestras “primeras y más importantes tareas.” Pero Lenin no deja de reconocer la aportación de las mujeres al proceso revolucionario, tanto en los frentes como en la retaguardia. Sin ellas – dice Lenin – no habríamos vencido. O difícilmente habríamos vencido”.
Para terminar, las palabras de Krupskaya en el aniversario de la muerte de Lenin son una llamada para no abandonar nunca la lucha: “Han pasado diez años desde la muerte de Lenin. En este luctuoso aniversario comprobaremos como en todos los aspectos hemos cumplido los legados de Lenin. Haremos el balance. En lo que atañe a la emancipación de la  mujer, bajo la dirección del Partido, el legado de Lenin se cumple. Seguiremos adelante

La Revolucion Rusa y la mujer


Escrito por CECÍLIA TOLEDO   
Martes 13 de Noviembre de 2007 00:00
Motivo de conmemoracion para nosotras, mujeres trabajadoras de todo el mundo, la Revolucion Rusa esta cumpliendo 90 anos. Cuando Lenin dijo que el Estado Obrero ruso hizo mas por la mujer en algunos meses que todos los paises capitalistas en decadas, lo que queria decir es que el Estado Obrero no espero un minuto para resolver los problemas mas apremiantes de las mujeres en el plano legal, liquidando las leyes mas retrogradas y, en el plano concreto, expropiando los medios de produccion para comenzar a construir una sociedad mas justa y humana. Una sociedad que, una vez plenamente construida, acabaria con el reino de las necesidades para, con eso, acabar con el reino de las opresiones.

En estos 90 anos de la Revolucion Rusa, las mujeres necesitan conocer las grandes conquistas que las mujeres alcanzaron, necesitan reflexionar y comprender el proceso que ocurrio en Rusia en 1917 que, a pesar de haber sido traicionada por los burocratas comandados por Stalin a partir de finales de los anos 20, la revolucion socialista mostro que es posible poner fina la situacion de inferioridad en que vive la mujer en la sociedad capitalista.

La revolucion socialista en Rusia, en 1917, significo una revolucion tambien en la situacion de la mujer en el mundo entero. Por primera vez, un pais tomaba medidas concretas para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. La mujer rusa tomo parte activa en todo el proceso revolucionario, a pesar (y quien lo sabe por eso mismo) de la enorme carga de opresion, secular y brutal, que pesaba sobre sus hombros, sobre todo entre las mujeres campesinas.

El proceso revolucionario empujo al frente a la mujer trabajadora rusa, que ya, en aquellos anos, tenia un papel decisivo en la produccion, concentrada en las grandes fabricas. La historia de la revolucion esta repleta de ejemplos sobre la abnegacion, la garra y el coraje demostrados por las obreras rusas en aquellos dias terribles y decisivos.

La revolucion de febrero de 1917, preanuncio de la revolucion decisiva de octubre, se inicio en el Dia Internacional de la Mujer, con manifestaciones masivas de mujeres en Petrogrado contra la miseria provocada por la participacion de Rusia en la Primera Guerra Mundial. La guerra habia empujado a la mujer rusa al mercado de trabajo.. En 1917, la tercera parte de los obreros industriales de Petrogrado eran mujeres. En las areas de produccion textil de la region industrial del centro del pais, el 50% o mas de la fuerza de trabajo estaba compuesta por mujeres.

La militancia femenina era disputada palmo a palmo por las diversas tendencias politicas. Tanto los bolcheviques como los mencheviques tenian periodicos especiales para la mujer trabajadora, como la Rabotnitsa, publicado por los bolcheviques y el Golos Rabotnitsy, por los mencheviques. Los socialrevolucionarios (SR), que luchaban por una democracia burguesa en Rusia, por su parte, propusieron la creacion de una "union de las organizaciones democraticas de mujeres", que reuniria a los sindicatos y a los partidos bajo la bandera de una republica democratica. Fue por esos dias que surgio la Liga por los Derechos Iguales para la Mujer, exigiendo el derecho al voto para las mujeres, acompanando la batalla que ellas desplegaban en todo el mundo por sus derechos civiles.

Con la revolucion socialista en Rusia, felizmente, ellas conquistaron muchos mas derechos democraticos. Por primera vez un pais legislo que el salario femenino seria igual al masculino por el mismo trabajo. Tanto que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, contrariamente a lo que ocurrio en los paises capitalistas, en la URSS se conservo la mano de obra femenina y se buscaron los medios para que estas tuviesen mayor calificacion. Habia mujeres en todos los sectores de la produccion: en las minas, en la construccion civil, en los puertos, en fin, en todas las ramas de la produccion industrial e intelectual.

Sin embargo, despues de la toma del poder por los soviets, la cuestion de la mujer enfrento el duro embate con la realidad. De hecho, fue la primera vez en la historia que ella paso del plano de la discusion al de la practica. En un pais atrasado en relacion a las cuestiones morales y culturales como Rusia, con una enorme carga de preconceptos arraigados por siglos -lo que caracteriza, en general, a los paises predominantemente campesinos-, la cuestion de la mujer asumia, en aquellos momentos dificiles para el joven Estado Obrero, contornos tan complejos como muchos otros aspectos relativos a la transformacion hacia el socialismo.

Por eso, Lenin y Trotsky, juntamente con muchas dirigentes mujeres, ademas de dedicarse a "explicar pacientemente" a las masas, sobre todo a las mujeres, cuales eran las tareas generales del movimiento obrero femenino de de la Republica Sovietica, no esperaron para tomar las primeras medidas en ese terreno y revertir la situacion humillante a cual estaba sometida la mujer rusa desde hace siglos. Esa tarea tenia dos aspectos fundamentales: la abolicion de las viejas leyes que colocaban a la mujer en situacion de desigualdad en relacion al hombre; y la liberacion de la mujer de las tareas domesticas, que exigia una economia colectiva en la cual ella participase en igualdad de condiciones con el hombre.

Desde los primeros meses de su existencia, el Estado Obrero concretizo el cambio mas radical en la legislacion referente a la mujer. Todas las leyes que ponian a la mujer en una situacion de desigualdad en relacion al hombre fueron abolidas, entre ellas, las referentes al divorcio, a los hijos naturales y a la pension alimenticia. Fueron abolidos tambien todos los privilegios ligados a la propiedad que se mantenian en provecho del hombre en el derecho familiar. De esa forma, la Rusia Sovietica, apenas en los primeros meses de su existencia, hizo mas por la emancipacion de la mujer de lo que el mas avanzado de los paises capitalista en todos los tiempos.

Se introdujeron decretos estableciendo la proteccion legal para las mujeres y los ninos que trabajaban, el seguro social, la igualdad de derechos en relacion al matrimonio. Ya en 1917 fue decretado el derecho al divorcio. En 1918 entra en vigor un nuevo Codigo Civil, suprimiendo todos los derechos de los maridos sobre las mujeres; el marido no podia imponer a la mujer su nombre, ni su domicilio, ni su nacionalidad y garantizaba la absoluta paridad de derechos entre marido y mujer. Por medio de la accion politica del Zhenotdel, departamento femenino del Partido Bolchevique, en 1920 las mujeres conquistaron el derecho al aborto legal y gratuito en los hospitales del Estado. No se incentivaba la practica del aborto y quien cobraba para practicarlo era penado. La prostitucion y su uso eran descritos como "un crimen contra los vinculos de camaraderia y solidaridad", pero el Zhenotdel propuso que no hubiese penas legales por ese crimen. Trato de atacar las causas de la prostitucion, mejorando las condiciones de vida y trabajo de las mujeres y dio inicio a una amplia campana contra los "resquicios de la moral burguesa".

La primera Constitucion de la Republica Sovietica, promulgada en julio de 1918, dio a la mujer el derecho de votar y ser elegida para cargos publicos. Sin embargo, igualdad ante la ley aun no era igualdad de hecho. Para la plena emancipacion de la mujer, para su igualdad efectiva en relacion al hombre, era necesaria una economia que librase del trabajo domestico y en la cual ella participase de forma igualitaria al hombre. La esencia del programa bolchevique para la emancipacion de la mujer era su liberacion final del trabajo domestico por medio de la socializacion de esas tareas. Lenin, en julio de 1919, insistia en que el papel de la mujer dentro de la familia era la clave de su opresion:

"Independientemente de todas las leyes que emancipan a la mujer, esta continua siendo una esclava, porque el trabajo domestico oprime, estrangula, degrada y la reduce a la cocina y al cuidado de los hijos, y ella desperdicia su fuerza en trabajos improductivos, que agotan sus nervios y la idiotizan. Por eso, la emancipacion de la mujer, el comunismo verdadero, comenzara solamente cuando y donde se inicie una lucha sin cuartel, dirigida por el proletariado, sueno del poder del Estado, contra esa naturaleza del trabajo domestico, o mejor, cuando se inicie su transformacion total, en una economia a gran escala" [1].

En las condiciones de Rusia, esa era la parte mas dificil de la construccion del socialismo y la que requeria mas tiempo para ser concretada. El Estado Obrero comenzo por crear instituciones, como comedores y casas cunas modelos, para liberar a la mujer del trabajo domestico. Y eran, justamente, las mujeres quienes mas se empenaban en su organizacion. Esas instituciones, instrumentos de liberacion de la mujer de su condicion de esclava domestica, surgian en todas partes donde era posible, pero fueron pocas para lo que se necesitaba. Rusia estaba en guerra civil, siendo atacada por sus enemigos, y las mujeres tuvieron que asumir, con los hombres, las tareas de la guerra y de defensa del Estado Obrero. Sin embargo, muchas de esas instituciones fueron creadas y funcionaron a satisfaccion, mostrando su acierto y la necesidad de su expansion y mantenimiento.

Los dirigentes sovieticos llamaban a las mujeres a tomar parte cada vez mayor en la gestion de las empresas publicas y en la administracion del Estado, asi como se candidatas a delegadas a los soviets. En un discurso en homenaje al Dia Internacional de la Mujer, en marzo de 1920, Lenin decia que "el capitalismo unio una igualdad puramente formal a la desigualdad economica y, en consecuencia, social. Y una de las manifestaciones mas extremas de esa inconsecuencia es la desigualdad de la mujer y del hombre. Ningun Estado burgues, por mas democratico, progresivo y republicano que sea, reconoce la total igualdad de los derechos del hombre y de la mujer. La Republica de los Soviets, por el contrario, destruyo de un solo golpe, sin excepcion, todas las lineas juridicas de la inferioridad de la mujer y, tambien, de un solo golpe aseguro a ella, por ley, la igualdad mas completa".

Lenin alertaba hacia el hecho de que siempre se acostumbra decir que el nivel cultural y de vida de un pueblo mejor se define por la situacion juridica de la mujer. Desde ese punto de vista, solo la dictadura del proletariado, solo el Estado Socialista pueden conseguir y consiguen el grado mas alto de la cultura. Sin embargo, eso no es suficiente. El movimiento obrero femenino ruso no se contento con una igualdad puramente formal y asumio la tarea -ardua y larga, porque exige una transformacion radical de la tecnica social y de las costumbres- de luchar por la igualdad economica y social de la mujer, haciendo que ella participase del trabajo productivo social, liberandola de la esclavitud domestica, que es improductiva y embrutecedora.

Para ello, Lenin no perdia la oportunidad de dirigirse a las mujeres, en los actos publicos. El insistia en el papel fundamental de la mujer en las tareas de la revolucion y llamaba a todas las mujeres pobres y trabajadoras a participar de la construccion concreta del socialismo, ayudando a crear los restaurantes colectivos, las lavanderias publicas, las casas cunas y otros servicios que significarian la socializacion de las tareas domesticas.
Hoy en dia, muchos de esos discursos de Lenin son criticados por militantes feministas, que ven en ellos un llamado de Lenin a que las mujeres continuen encargandose de las tareas "femeninas" como: cocinar, lavar y limpiar. En realidad, la preocupacion de Lenin era movilizar a las masas de mujeres para la revolucion. Por eso se dirigia a ellas de esa forma, con sus palabras y llamandolas a cumplir las tareas que ellas mejor sabian hacer. De esa forma, ellas se sentirian mas dispuestas a integrar el movimiento revolucionario, y una vez dentro de el, podrian ir asumiendo otras tareas. El objetivo de Lenin no era movilizar solamente a la vanguardia, sino tambien a las mujeres mas atrasadas. El se dirigia a las mujeres de su tiempo, moldeadas por siglos de opresion, para llamarlas a luchar y a construir a la mujer del futuro. De esa forma, millones de mujeres rusas dejarian el aislamiento del hogar y se integrarian en la construccion colectiva del socialismo.

La burocratizacion de la revolucion primero, y la restauracion del capitalismo despues, hicieron retroceder todo ese proceso y las mujeres perdieron sus mayores conquistas. Pero este es tema de un nuevo articulo.

Las resoluciones de la III Internacional

Las concepciones marxistas sobre la emancipacion de la mujer y su papel en la lucha por el socialismo fueron transformadas en tesis y resoluciones durante el III Congreso de la Internacional Comunista, reunido en 1921 antes, por lo tanto, del periodo stalinista. Ese evento, de importancia historica para el movimiento socialista mundial, trazo un programa y una orientacion para el trabajo entre las mujeres que, por su claridad y concordancia con los principios del marxismo, hasta hoy no fueron superados por ninguna otra organizacion obrera. Por eso, continuan siendo validos hasta hoy.

En primer lugar, la Internacional Comunista deja bien definida su posicion de que la liberacion de la mujer de la injusticia secular, de la esclavitud y de la falta de igualdad de la cual es victima en el capitalismo, solo sera posible con la victoria del comunismo. "Lo que el comunismo dara a la mujer, en ningun caso el movimiento femenino burgues podra dar. En tanto exista la dominacion del capital y de la propiedad privada, la liberacion de la mujer no sera posible".

La mujer acabara de conquistar el derecho del voto, y la Internacional alertaba que eso, a pesar de ser importante, no suprimia la causa primordial de la servidumbre de la mujer en la familia y en la sociedad y no solucionaba el problema de las relaciones entre los sexos.

"La igualdad no formal, pero si real, de la mujer, solo es posible en un regimen donde la mujer de la clase obrera sea duena de sus instrumentos de produccion y distribucion, participando de su administracion y teniendo la obligacion del trabajo en las mismas condiciones que todos los miembros de la sociedad trabajadora; o sea, esa igualdad solo es realizable despues de la destruccion del sistema capitalista y su sustitucion por formas economicas comunistas".

Sobre la cuestion de la maternidad, la Internacional no deja dudas de que tambien solo en el comunismo esa funcion natural de la mujer no entrara en conflicto con las obligaciones sociales y no impedira su trabajo productivo. Sin embargo, la IC aclara que el comunismo es el objetivo ultimo de todo el proletariado. Por eso, la lucha de la mujer y del hombre debe ser dirigida de manera inseparable.

Lo mas importante es que, esa que fue una de las organizaciones internacionales mas activas de la causa de los trabajadores, confirma los principios fundamentales del marxismo, segun los cuales no existen problemas especificamente femeninos y que la mujer obrera tiene que mantenerse junto a su clase, y no unirse a la mujer burguesa. "Toda relacion de la obrera con el feminismo burgues y las alianzas de clase debilitan las fuerzas del proletariado y retardan la revolucion social, impidiendo, asi, la realizacion del comunismo y la liberacion de la mujer".

Por ultimo, la Internacional refuerza el principio de que el comunismo solo sera alcanzado con la union de todos los explotados y no con la union de las fuerzas femeninas de las dos clases opuestas. Y termina llamando a todas las mujeres trabajadoras a tener una participacion activa y directa en las acciones de masas, tanto en el marco nacional como a escala internacional.

(Traduccion: Laura Sanchez)

1. Lenin, Vladimir Ilich. El poder sovietico y la situacion de la mujer. Moscu: Progreso, 1981.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

La Liberacion de las Mujeres


Mujer en lucha
Introducción
Aspectos de la opresión
Aborto: Un derecho de la mujer
La violencia contra la mujer, ¿un callejón sin salida?
Cómo ser mujer trabajadora, y no sucumbir en el intento
Teorías
Género y clase
La clase trabajadora y los oprimidos
Socialismo y liberación

Introducción

Esta sección es parte de un artículo que fue publicado en Socialismo Internacional/En lucha Nº 4, marzo/abril de 1995. La autora es redactora de la revista Socialist Review.
Lindsey German
¿Puede decirse que la liberación de la mujer constituye un sueño irrealizable? No, pero en una sociedad capitalista la liberación de las mujeres no puede ser una liberación total.
Las ideas que engendraron el movimiento en favor de la igualdad entre hombres y mujeres surgieron hace poco más de 200 años, durante la gran revolución francesa. Las reivindicaciones de libertad, igualdad y fraternidad defendidas por la revolución fueron asumidas posteriormente por ideólogas feministas como Mary Wollstonecraft, que argumentaron que también las mujeres tenían derecho a la libertad. Los logros de la revolución francesa sin embargo, fueron limitados. Aunque instauró un sistema democrático, la revolución no cuestionó la existencia de la propiedad privada, por lo cual no puede decirse que estableciese un sistema plenamente igualitario y libre. Pese a que los ricos y (posteriormente) los pobres obtuvieron el derecho al voto, el poder económico de los primeros les permitió hacerse con el poder y tomar las decisiones que determinaron el funcionamiento de la sociedad después de la revolución.
Las ideas que propugnan la liberación de las mujeres han llegado a la misma problemática. La independencia jurídica y financiera alcanzada por algunas mujeres en la sociedad capitalista no es una verdadera liberación porque la opresión de las mujeres es inherente a la existencia de la sociedad clasista.

La familia

La sociedad clasista surgió mucho antes que la sociedad capitalista. Friedrich Engels, el gran revolucionario del siglo pasado, argumentó que fue el surgimiento de la propiedad privada el que llevó a la creación de una sociedad dividida en clases, fundamentalmente entre quienes poseían la riqueza y quienes carecían de ella. También llevó al desarrollo de una maquinaria estatal, cuyo cometido era el de proteger la propiedad privada, y además a la creación de una estructura familiar mediante la cual se aseguraba la continuidad de la propiedad entre los propietarios y sus herederos legales. Se desarrolló así la opresión de las mujeres y la familia monógama, que infligieron «una histórica derrota al sexo femenino en todo el mundo».
En todas las sociedades clasistas del pasado y del presente se han desarrollado estructuras familiares que han perpetuado la opresión de las mujeres. Engels creía que el desarrollo del mismo capitalismo sería la causa de la desaparición de la familia obrera. Dado que la existencia de la familia obrera no se basaba en la propiedad, al contrario de lo que sucedía con la familia de la clase dominante, no había razones para que perdurase. Las ideas de Engels se basaban en el estudio de las familias obreras de principios del siglo XIX empleadas en la industria textil algodonera. Entonces hombres, mujeres y niños eran trabajadores asalariados y muchas de las funciones básicas de la familia, como la alimentación y educación de sus integrantes, se satisfacían fuera del hogar.
La familia, sin embargo, no desapareció sino que se fortaleció, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX. Muchos obreros aspiraban entonces a tener una vivienda, a formar una familia y a tener una esposa que no precisase trabajar fuera del hogar y que pudiese ocuparse a tiempo completo de su cónyuge y de los hijos de ambos. Aunque la mayoría de los obreros probablemente nunca gozó del «salario familiar», instrumento mediante el cual esta aspiración iba supuestamente a tornarse una realidad, el hecho es que se transformó en un ideal perseguido por la gran mayoría. Los obreros y las obreras optaron por reivindicar esto porque las alternativas a las que se enfrentaban les parecían peores: jornada laboral de hasta 18 horas para las mujeres, mujeres que tenían que amamantar a sus hijos sin interrumpir el trabajo o que sufrían abortos espontáneos en su puesto de trabajo y niños que trabajaban, a veces desde los cuatro años, frecuentemente víctimas de terribles accidentes laborales.
Las necesidades de los capitalistas también comenzaban a cambiar. Cada vez les era más necesario contar con una mano de obra más estable, cualificada e instruida. Para los capitalistas era necesario que existiese una estructura familiar que se ocupase de alimentar, cuidar y socializar a los trabajadores (y a las sucesivas generaciones de obreros), además de brindarles los mínimos cuidados sanitarios y una instrucción básica (y todo ello a un mínimo coste para la clase capitalista).

¿A qué se debe la opresión de la mujer?

El papel que desempeña la familia en la reproducción de la mano de obra siempre ha sido fundamental para su misma existencia (y para perpetuar la opresión de las mujeres) y, no lo es menos actualmente.
A menudo se dice que el mismo sistema capitalista atenta contra la existencia de la familia. Las presiones a las que se ven sometidos los trabajadores hacen que la realidad de la vida en familia nunca se acerque al ideal que de ella se tiene generalmente. La emigración y los traslados por motivos laborales dispersan a las familias, las presiones laborales o académicas desembocan en rupturas familiares. La tasa de divorcios se ha disparado, los adolescentes ansían vivir independientes de la familia y cada vez hay más personas que viven fuera de la familia nuclear convencional.
Al mismo tiempo, los gobiernos y la maquinaria estatal tratan de fortalecer a la familia. Existe una legislación sobre la violencia en el seno de la familia, sobre la educación de los niños, sobre las relaciones sexuales y sobre el matrimonio y el divorcio. Todo el aparato de los servicios sociales tiene como cometido salvaguardar una institución familiar que nunca responde a las expectativas que en ella ponen sus integrantes.
El Estado y sus representantes se cuentan entre los principales agentes de la opresión de las mujeres. Si la opresión que éstas sufren se debiese exclusivamente al comportamiento machista de los hombres, sería mucho más simple acabar con ella. Pero, debido a que este comportamiento está respaldado, reforzado o legitimado por el mismo Estado, la opresión de la que son objeto las mujeres se convierte en un peso insostenible, para eliminarla es necesario combatir la existencia del Estado.
Algunas ideólogas feministas argumentan que el patriarcado, y no el capitalismo, es el causante de la opresión de las mujeres. Para estas ideólogas el patriarcado es un sistema separado y paralelo al capitalismo, para derrotarlo no basta con eliminar al capitalismo. Sin embargo, la opresión de las mujeres tiene bases materiales (en el seno de la familia capitalista) mientras que el concepto de patriarcado (que significa literalmente el «dominio del padre», aunque más a menudo el término se utiliza para referirse a un sistema de dominación masculino) carece de ellas.
El concepto de patriarcado no explica por qué los hombres dominan, únicamente nos dice que siempre ha sido así; y lo que es más importante, tampoco explica por qué las estructuras mismas del capitalismo oprimen a las mujeres. Son éstas, y no los deseos de ciertos hombres, las que mantienen bajos los salarios de las mujeres o entorpecen la creación de servicios de atención a la infancia adecuados.
La teoría del patriarcado presupone que la relación entre hombres y mujeres ha sido la misma desde tiempos inmemoriales y es, por lo tanto, sumamente pesimista en cuanto al futuro. Sin embargo, si la opresión de las mujeres es estructural en el capitalismo y en la institución familiar que éste crea, la desaparición de dicha opresión requiere mucho más que un cambio de las actitudes individuales de los hombres. Si la causa de la opresión de las mujeres es la sociedad clasista, únicamente podremos acabar con ella si combatimos contra la existencia de esa forma de sociedad.
En consecuencia, la lucha por la liberación de la mujer y la lucha por el socialismo son parte de la misma lucha.

Aspectos de la opresión

Aborto: Un derecho de la mujer

Este artículo se publicó en Socialismo Internacional/En lucha No 25, diciembre 1997
Miriam García
Cada año cerca de 50 millones de mujeres abortan en el mundo, de forma ilegal en la mitad de los casos. En el estado español se estima que más de 105.000 mujeres abortan anualmente.
Es muy difícil conocer el número de mujeres que abortan ilegalmente, Lo que sabemos es, que legal o ilegalmente, las mujeres siguen abortando. La cantidad de mujeres que al practicársele un aborto ilegal sufren graves lesiones, infecciones o mueren es escalofriante. Hoy en día la OMS estima que alrededor de 20.000 mujeres mueren en el mundo cada año por causa de abortos ilegales. Por estas razones la mayoría de las mujeres apoyan la legalización del aborto aunque sea limitado.
El derecho de una mujer a elegir terminar un embarazo voluntariamente, es básico en el control que tienen las mujeres sobre sus cuerpos y su vida reproductiva. Nadie más debería tener este control, ni la iglesia, el estado, un marido, los padres, un novio.
El derecho de las mujeres a controlar sus propios cuerpos es un requisito indispensable para la liberación de la mujer. Sin ese control las mujeres no pueden ser iguales a los hombres en la sociedad. Por eso, a menudo el tema del aborto es central en la lucha por los derechos de la mujer en estos tiempos.

El control sobre nuestros cuerpos

Todas las sociedades de clase han aplicado programas de control de natalidad ya sea para provocar su aumento o su descenso, incluso para decidir qué personas tienen derecho a procrear, y cuales no.
Ya en el siglo I. DC. el emperador Augusto dictó una serie de decretos para promover que las parejas tuvieran al menos tres hijos. Hoy en día algunos países recompensan a las familias que tienen más hijos: Francia por ejemplo. Otros penalizan a las mujeres que tienen hijos fuera del matrimonio.
En EEUU tenemos el ejemplo más claro del intento de reducir la población de países menos desarrollados mediante la esterilización forzosa y programas coercitivos de control de natalidad. El gobierno de Puerto Rico junto con la organización estadounidense "Fundación Internacional de Planificación Familiar" ha llevado a cabo una campaña de esterilización masiva. Muchas de las mujeres no fueron informadas de que la operación era permanente. Los anticonceptivos eran difíciles de encontrar o muy caros. Hasta el año 1968, un tercio de las mujeres en edad reproductiva habían sido esterilizadas en Puerto Rico.
Incluso dentro de EEUU se ha impuesto en algunos estados, como castigo y alternativa al encarcelamiento, la anticoncepción forzada a mujeres "delincuentes". Además, existen casos documentados de esterilización forzada en casi todos los países europeos y Estados Unidos a mujeres negras, minusválidas - físicas o mentales, o incluso de comportamiento "sospechoso".
Es evidente que bajo esas condiciones, el estado también tiene el control de todos los aspectos de la fertilidad de la mujer. Por eso no es una coincidencia que la primera sociedad socialista fuera también la primera en legalizar el aborto: Rusia pasó en poquísimos años de ser una de las sociedades más represivas con respecto a la mujer a ser la primera sociedad donde las mujeres y los hombres comenzaban a estar política y legalmente igualados. También durante la Revolución Española, se legalizó el aborto en el Estado Español.
La consolidación de Stalin en el poder, que supuso la imposición del capitalismo de estado en Rusia, hizo recaer de nuevo las responsabilidades familiares en la mujer; se prohibió el aborto, y de nuevo se impusieron políticas de aumento de la natalidad. Esto tampoco es una causalidad. Como dijo Trotski, "la posición de la mujer es el indicador más gráfico y significativo para evaluar un sistema social".

El aborto en el Estado español

Ese disfraz moralista cumple su función; durante los años de la transición en el Estado Español, mientras muchas feministas reivindicaban el derecho de la mujer a decidir libremente, la mayoría de las veces los sectores más reaccionarios, apoyados por algunos juristas, partidos políticos y medios de comunicación, lograron que el debate sobre el aborto se desviara a la cuestión de "en qué momento se podía hablar de que el feto era un niño", consiguiendo así que aun hoy en día para muchas mujeres el aborto sea un problema moral y casi de pecado.
Una amplia encuesta en Madrid en el año 1980 mostraba que el 44% de las mujeres rechazaba el aborto y el 54% lo aceptaba con condiciones. Sólo el 9% aceptaba el aborto en cualquier caso.
No deberíamos entrar en el debate moralista sobre la "vida inocente". ¿Se supone que el feto no nacido tiene más derechos que la mujer que va a tener la responsabilidad sobre él? Es más, la mayoría de los abortos se hacen lo antes posible, y los abortos hechos después de 20 semanas son poquísimos. ¿Qué mujer elegiría tardar en abortar si existiera el derecho a abortar tal y como lo necesita (accesible y gratuito)?
Es cierto que en España los 40 años de dictadura franquista supusieron un enorme retroceso también en lo que respecta a la situación de la mujer. Las políticas de fomento de la natalidad del régimen de Franco, amparadas, aplaudidas y reforzadas por la iglesia católica hicieron que sólo a finales de los 70 se legalizaran los anticonceptivos y sólo en el 85 se lograra una ley de aborto tremendamente restrictiva, que preveía la legalización en tres supuestos: peligro para la madre o el feto, violación y malformación del feto.
La insuficiencia de esta ley se hace evidente si pensamos que:
l No se reconoce el derecho a decidir de la mujer: la decisión está en manos de médicos, jueces y magistrados.
l Puesto que la mayoría de los médicos y centros de Seguridad Social se amparan en una supuesta "objeción de conciencia" y se niegan a practicar los abortos de forma gratuita, el 94% de los abortos legales se llevan a cabo en clínicas privadas, en las que muchas veces ejercen esos mismos ginecólogos que en la sanidad pública se acogen a la cláusula de conciencia. Naturalmente, en este porcentaje no se incluye a las mujeres que no pueden permitirse pagar un aborto en una clínica privada y siguen obligadas a abortar ilegalmente.
l El 98% de las mujeres que abortan se acogen al supuesto de "peligro para la salud psíquica de la madre". En realidad esto significa que muchas de estas mujeres simplemente están haciendo uso de su derecho a abortar utilizando una hipócrita cobertura legal.
La ley del aborto fue producto de las luchas de grupos de mujeres seguidos por la izquierda revolucionaria así como de la situación insostenible a que se había llegado:
l En 1978 se realizaron 20.000 abortos en el extranjero y la cifra iba en aumento
l Sólo en 1979 se juzgaron 201 delitos de aborto
l También iba en aumento la cifra de muertes por abortos ilegales. El doctor Díez Nicolás consideraba que el aborto ilegal era la causa de muerte más importante entre mujeres de 15 a 49 años.
l En el 81 el Estado español ocupaba el 2º lugar en Europa en muertes fetales tardías. Según Josune Aguinaga, en situaciones en las que la mujer no encuentra una solución rápida y eficaz ante un embarazo no deseado, tarda más tiempo en tomar una decisión. Puede producirse una manipulación en el feto entre el 6º y el 9º mes de embarazo para causar la interrupción.

¿Problema de la mujer o de la sociedad?

Los revolucionarios defendemos que el aborto es un problema de clase y no solamente un problema de mujeres. Hay que ver el problema de la contracepción y el aborto como una cuestión de base material. Si el capitalismo necesita la familia como forma de reproducción gratuita de la clase trabajadora deberá tener control sobre ella. Y sobre todo, sobre la mujer en quien recae el peso de esa reproducción. El cuerpo de la mujer cumple así un papel fundamental para el sistema. La decisión de tener hijos o no siempre dependerá de otros factores; condiciones económicas, accesibilidad del aborto, guarderías públicas y gratuitas: todas las facilidades que el sistema puede otorgarnos, o no, dependiendo de la situación en que se encuentre.
Aunque podemos decir que las mujeres de todas las clases sociales sufren la opresión, no la sufren de igual forma. Con respecto al tema del aborto, las mujeres que más lo necesitan son las jóvenes y sin recursos que siempre encuentran problemas para conseguir abortar. Las mujeres de las clases privilegiadas - sea el aborto legal o ilegal - siempre pueden viajar o pagar una clínica privada para conseguir abortar.
Naturalmente a los estados no les basta con dictar una serie de leyes, sino que además necesitan una ideología (reforzada por la iglesia, los medios de comunicación etc.) para que las mujeres, sobre todo de la clase trabajadora, vean el tema como una cuestión moral y no de derechos.
Pero no se trata de un problema "moral". No es casualidad que los grupos antiabortistas sean casi siempre de ideología derechista. La hipocresía de su argumento se pone en evidencia cuando pensamos que siempre están dispuestos a "proteger las vidas inocentes" mientras nunca les oímos atacar la pena de muerte, ni luchar por los derechos de los pobres. Es más, se olvidan de esas "vidas inocentes" en cuanto nacen. Por otra parte siempre se muestran en contra de la educación sexual en las escuelas, el uso de anticonceptivos etc. En EEUU, en los años 80, la "nueva derecha" tenía en su programa: oposición al aborto, apoyo a las armas nucleares, pena de muerte, y recortes de gastos públicos para los pobres.
Un ejemplo de esa doble moral y ese doble rasero para defender el derecho a la vida lo tenemos en los movimientos antiabortistas de Estados Unidos y Reino Unido, donde, no solo no les basta con formar piquetes fuera de las clínicas en las que se practican abortos para amenazar e intimidar a las mujeres que intentan entrar, sino que por si esto ya de por sí no fuera suficiente, hace pocos años uno de los suyos mató a un médico en Estados Unidos que practicaba abortos.

¿Para qué luchamos hoy?

Como hemos dicho, en cualquier sociedad el derecho de la mujer a controlar su propio cuerpo debe ser un derecho básico y humano. Los socialistas revolucionarios debemos ser parte de cada lucha para mejorar la situación de la mujer hoy en el Estado Español.
Tenemos que luchar por salarios dignos que nos permitan elegir si queremos o no, tener hijos sin el peso de la presión económica; tenemos que luchar por información amplia y adecuada sobre el sexo en las escuelas: Según datos de la Comunidad Valencia sabemos que la mayoría de los abortos se practicaron en mujeres de nivel educativo básico (en los años 86 y 87 un 56% se practicaron a mujeres de enseñanza media y en el año 95 un 83.19% se practicaron en mujeres con un nivel de educación básica o media). Lucharemos también para defender y mejorar las leyes sobre el aborto, para que no exista el "derecho" de "objeción de conciencia" y por una inversión adecuada y suficiente en sistemas de sanidad gratuita para todos.
Hablar del aborto es hablar de no forzar a mujeres y hombres a tener hijos no deseados. A los antiabortistas no les importa que la familia no tenga recursos económicos y que un niño (o otro niño) pueda ser la ultima gota que transforme a la familia en un lugar de mayor presión, frustración, agresión y violencia. En la Comunidad Valenciana la mayoría de las mujeres que han abortado son mujeres o sin hijos o con dos hijos - el grupo que se supone tiene más problemas económicos que cualquier otro. (Naturalmente, en todos estos datos se incluyen sólo los abortos legales).
Pero mientras vivamos en una sociedad como ésta, que depende del trabajo sin salario de las mujeres en casa, que utiliza a las mujeres como fuerza de trabajo aún más barato, las mujeres seguirán siendo victimizadas y oprimidas; derechos como el aborto libre, igualdad de salario, guarderías públicas etc. jamás serán accesibles para todas las mujeres.
Hasta que no acabemos con este sistema injusto, no tendremos el control absoluto de nuestros cuerpos, de nuestra fertilidad y de nuestro derecho a elegir.

La violencia contra la mujer, ¿un callejón sin salida?

Este artículo se publicó en Socialismo Internacional/En lucha No 25, diciembre/enero 1997
Susie Craig
Ha sido necesario que una mujer muriera quemada viva a manos de su ex-marido, por haberle denunciado en televisión de los malos tratos sufridos durante cuarenta años de matrimonio, para que los medios de comunicación y las parlamentarias de todos los partidos políticos se dieran cuenta que esta víctima es la que hace el número 58 de mujeres asesinadas por sus maridos o ex-maridos, durante este año en el Estados Español.
A pesar de que los jueces tienen facultad para intervenir y ordenar que se proteja a una víctima, un 90% de las mujeres asesinadas por sus maridos había denunciado amenazas previas pero no se previno su muerte.
Existen propuestas para que haya más intervención policial; que la sociedad y los jueces se tomen más en serio el tema (hace poco, un juez dejó en libertad a un hombre que "no suponía una amenaza" y que después mató a su mujer).
La inmensa mayoría de las agresiones ocurren dentro de la familia. La sociedad capitalista convierte a cada persona en un individuo aislado, alienado y frustrado por su falta de poder real; por la falta de control que tiene cada uno sobre su vida. En este mundo alienante la familia se presenta como un refugio. Luego, en la mayoría de los casos, quedamos decepcionados al descubrir que no sólo no alivia la presión del mundo exterior (el trabajo etc.) sino que aumenta la frustración, agresión y rabia.
Según El Mundo (26/11/97) "cuentan las víctimas que entre los agresores hay de todo: de clase alta o baja, cultos y casi analfabetos, profesionales de primera fila o peones". Es cierto que la manera en que el capitalismo destroza y trastorna las relaciones entre mujeres y hombres afecta a gente de todas las clases sociales, en el 45% de los casos denunciados, los hombres tenían problemas con abuso de alcohol.
El caso más reciente se trataba de una familia acomodada y de un marido que noche tras noche llegaba borracho a casa. Sin embargo también es cierto que la mayoría de los agresores no tienen empleo o son trabajadores no cualificados.
La mayoría de las víctimas dependen de su agresor, muchas son amas de casa por lo tanto sin independencia económica y con niveles de educación bajos.
Vemos que la "caldera de presión" es mil veces mayor en la clase trabajadora donde no hay espacio para la intimidad, donde no hay suficiente dinero, donde no hay guarderías públicas para dejar a los niños y crear un poco de espacio para la pareja, donde las mujeres ni siquiera pueden escapar de la violencia.
Como denuncian las víctimas, "la falta de medios económicos impide a muchas mujeres salir del hogar donde son sometidas a vejaciones por parte de su pareja".

¿Qué o quiénes son los enemigos de las mujeres?

Pues en la situación inmediata, para una mujer sufriendo abusos de manos de su hombre, es él. Pero, ¿encarcelar a todos los hombres violentos acabaría con la violencia? De verdad, ¿los hombres son el enemigo de las mujeres? Hay que entender por qué algunos hombres son violentos. En nuestra sociedad la violencia es diaria y el sistema continuamente promueve la división entre la gente trabajadora a través del racismo, sexismo, homofobia etc. el hombre contra la mujer, el adulto contra el niño, el blanco contra el negro…
¿Esto es así porque el odio domina el ser humano? ¿O es porque en una sociedad dominada por unos pocos la gran mayoría no se siente respetada, realizada, ni siente el más mínimo poder o control sobre sí mismo? En ésta situación, cada uno busca a otro peor que él para sacudir toda su mala experiencia de la vida.
Solución a corto plazo no hay, aunque por supuesto, apoyamos y luchamos por más centros de protección para las mujeres, para que la policía y los jueces se tomen en serio las denuncias de las mujeres, y luchamos también por el apoyo y derechos que nos aliviarían de la presión que nos impone la familia: más guarderías públicas y gratuitas, mejores salarios, alojamiento adecuado, el derecho al aborto…
Nosotros apoyamos todas las demandas que supongan una mejora de las condiciones actuales, y participamos activamente en las campañas promovidas por colectivos de mujeres.
La historia nos muestra que la mejor manera de lograr y garantizar reformas es a través de la organización y lucha masiva. Pero, el punto de vista revolucionario es ir más allá de las reformas e ir hacia planteamientos de cambio total de la organización social. No basta con reformas del sistema, verdadero causante de toda esta miseria, sino que hay que erradicarlo totalmente.
Debemos luchar para disolver las divisiones dentro de la clase trabajadora y ver que sólo en la lucha por un mundo justo e igualitario, podemos empezar a vivir como seres humanos no como clase oprimida.
La liberación de la mujer es indisociable de la lucha por el socialismo: no se puede conseguir la liberación de la mujer sin hacer la revolución socialista y no se puede hacer la revolución socialista sin la liberación de la mujer.

Cómo ser mujer trabajadora, y no sucumbir en el intento

Este artículo se publicó en En lucha, No 38 marzo de 1999
Elvira Boix
Según la última encuesta de población activa, en el último año, las tasas de desempleo entre hombres y mujeres, se han distanciado todavía más, hasta situarse en Enero en un 12% para los primeros y en un 24 % para las segundas, es decir que las mujeres sufren el doble de desempleo que los hombres.
Que las mujeres tienen más dificultades para encontrar trabajo, no es nada nuevo. Ser mujer, con pareja y en edad «fértil», es sinónimo para los empresarios de «trabajador conflictivo» a pesar de que según estadísticas de la Seguridad Social, las mujeres causan menos bajas laborales que los hombres.
En cuanto a los salarios, aunque la Constitución y el Estatuto de los trabajadores establecen que nadie puede ser discriminado por razón de sexo, la mayoría de las mujeres asalariadas, cobran de media, un 34,5% menos que los hombres. La discriminación salarial, no se hace de forma explícita: pagando en la misma categoría profesional distintos salarios, (esto sería ilegal) sino de forma solapada: la mayoría de las trabajadoras tienen categorías profesionales por debajo de las funciones que realmente realizan. Por otro lado, sus compañeros perciben pluses que hacen que a igual trabajo, el salario sea superior.

La revolución de los 60

La 2ª Guerra Mundial provocó que en gran parte del mundo industrializado las empresas contrataran masivamente a mujeres, para cubrir los puestos de trabajo de los hombres que habían ido a la guerra, esto abrió un camino a las mujeres, para incorporarse al trabajo, fuera del hogar familiar, sin embargo el fin de la guerra, provocó que muchas de ellas tuvieran que volver a casa.
La incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral, se produjo en la década de los sesenta, en pleno boom económico y en un contexto de grandes luchas sociales. El efecto también llegó al Estado español, aunque en menor medida.
El paso en la situación de las mujeres de estar, en su mayoría, en el ámbito estrictamente familiar, a incorporarse al mundo del trabajo, ha traído innumerables ventajas: para las mujeres ha supuesto una independencia económica, que en muchos casos ha permitido poder desligarse de relaciones insatisfactorias, dejar de depender de los padres, etc. También la economía capitalista, se benefició de ello, puesto que el aumento de ingresos en las familias favoreció el consumo.
Ante la crisis económica y el paro endémico que sufre la economía capitalista, economistas, políticos y empresario están introduciendo la idea de que la solución podría consistir en alejar del mercado laboral a las mujeres, sobre todo a las que tienen "responsabilidades familiares", o que éstas trabajaran menos (cobrando menos, por supuesto).

La vuelta al hogar

Desde el gobierno ya se ha "amenazado" a la población que si las mujeres no se acogen al empleo a tiempo parcial, estos trabajos, los realizarán inmigrantes. Con esto, el gobierno mata dos pájaros de un tiro: además de lanzar la idea machista de que la mujer con trabajar media jornada fuera de casa ya tiene bastante, utilizan también argumentos racistas contra los inmigrantes.
No es casual que últimamente, en los medios de comunicación, se hable de "supuestos estudios" que corroboran que los niños hoy, tienen problemas psicológicos por que están muy pocas horas con sus madres.
En realidad, lo que está sucediendo es que el capitalismo busca paliar la crisis atacando de forma más incisiva, dentro del ataque generalizado a las condiciones de trabajo del conjunto de la clase trabajadora, a un colectivo como es el de la mayoría de las mujeres trabajadoras, con condiciones laborales muy inferiores a las de los hombres trabajadores.
Hay que recordar que muchas mujeres trabajan en sectores como el comercio y los servicios, que no están organizados a nivel sindical, por ser la mayoría empresas pequeñas. También la mayoría del trabajo "sumergido" es realizado por mujeres, que se llevan el trabajo incluso a sus propios domicilios.
Sería imperdonable olvidar a las miles de mujeres que trabajan en el llamado "servicio doméstico" sin seguridad social, paro, pagas extras… Aunque si hiciéramos caso a un Juez de Bilbao, éste no constituye realmente un trabajo, ya que no da derecho a pensión de invalidez como así ha ocurrido a una empleada doméstica que solicitó esta prestación. Para el Juez, el trabajo en el hogar no es lo suficiente duro para provocar lesiones que puedan desembocar en una invalidez. Evidentemente, este Juez nunca ha limpiado cristales, ni barrido, ni desengrasado una cocina.

El conjunto de la clase

La discriminación que sufren las mujeres trabajadoras, afecta directamente a los hombres trabajadores. Quien se beneficia de ello, son los empresarios y no sus compañeros que cobran más.
Si hacemos caso a esos argumentos que pretenden hacer creer que si las mujeres retornan al "cuidado del hogar" o a aceptar trabajos a media jornada, se reducirá el desempleo, nos encontraremos a la mitad de la población fuera de la organización y de la lucha, necesarias para enfrentarnos a los ataques de la patronal.
Todos los trabajadores, hombres y mujeres, vamos en el mismo barco.
Luchar por mejorar las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras, es un paso de gigante para superar las divisiones en las que quieren sumirnos.

Teorías

Género y clase

¿Cómo se conseguirá la liberación de la mujer?

Este artículo se publicó en Socialismo Internacional/En lucha, No 27, marzo de 1998
Miriam García y Susie Craig
Hay muchas explicaciones sobre la posición de las mujeres en la sociedad actual, cuál es su nivel de opresión/liberación, qué avances hemos conseguido y qué es lo que nos falta. Este artículo analiza la(s) teoría(s) del movimiento feminista vigente y las compara con una explicación marxista de la liberación de la mujer. La crítica a las ideas feministas, que basan el origen de la opresión en la diferencia de sexos, no es algo gratuito sino que sirve para desarrollar una estrategia coherente que pueda terminar con la sociedad de clases y con todas las desigualdades que produce —no sólo las de género—.
Se puede decir que dentro del ámbito feminista hay variadas y diversas opiniones sobre en qué consiste la opresión de la mujer y cómo acabar con ella.

El poder de las chicas

Hay un "feminismo" muy de moda y al mismo tiempo totalmente carente de una teoría seria; se trata de la postura encabezada por feministas como la estadounidense Naomi Wolf que piensa que las mujeres tienen que ayudarse a ellas mismas porque nadie más va a ayudarlas. Mantiene que las mujeres deben mostrar su poder y haciéndolo, siendo suficientemente fuertes, conseguirán la igualdad. Habla de un "terremoto de género" en los últimos años y se adhiere a un "feminismo poderoso" (power feminism). Esto quiere decir que tenemos que "aprender de Madonna, Spike Lee y Bill Cosby: si no te gusta la imagen de tu grupo dentro de los medios de comunicación, decídete a elegir otra imagen y controla la manera de producirla".
Otro ejemplo de este "feminismo" tan accesible lo personifican las Spice Girls que reivindican el poder de las chicas (girl power), mientras adoran al príncipe Carlos de Inglaterra, se visten con la bandera británica y lucen como barbies como si fuera algo nuevo, radical o diferente. Más que nada este tipo de "liberación" trata de tomar las imágenes de siempre y reconvertirlas como algo nuevo. Reivindicar que las mujeres tienen el derecho a ponerse guapas, vestirse a la moda o hacer comentarios sobre el culo de algún chaval en realidad no representa ningún cambio.
También está el "feminismo" de las revistas para mujeres como Elle que mantienen que "la vida social y profesional de las mujeres, es decir, la vida pública, ha mejorado notablemente —y que— tras lograr una cierta independencia económica, empezamos ¡por fin!, a interesarnos por nosotras mismas". Con todo esto parecería que nos falta muy poco para ser libres y emancipadas de verdad.
Existe una política dirigida hacia mujeres de clase media un poco más seria y que influye en muchos sectores del movimiento feminista.
Aunque en el caso de Elle, simplemente, se toca la superficie de la realidad, para la mayoría de las mujeres, refleja en cierto sentido que algunas mujeres ya han conseguido más posiciones importantes en el trabajo, hay más mujeres en las universidades, y una cierta aceptación de que lo que hemos logrado las mujeres en las últimas décadas, no se nos puede quitar. De ahí el desarrollo de una política que explica y justifica este ascenso de algunas mujeres. Se justifica en términos que nos podrían llevar a pensar que estas mujeres representan los avances a que todas podemos aspirar. La "emancipación" económica necesitaba una nueva política para explicar cómo algunas mujeres han conseguido algunas mejoras y qué reivindicaciones quedan para esas mujeres. La política es comúnmente aceptada como "la política de las mujeres hoy" a través de los medios de comunicación —a los que ellas tienen más acceso— y a través del aumento de los estudios feministas en el mundo político y académico. Desde un punto de vista minoritario y privilegiado, han generalizado una política que pretende pertenecer a todas las mujeres. Como dice Julia Varela en Nacimiento de la mujer burguesa: "algunas feministas tienden a confundir, en ocasiones, la causa de las mujeres con sus propios intereses y ven progresos sociales allí dónde únicamente se producen ascensos individuales o rotaciones de élites".
Es cierto que a todas las mujeres les afecta en mayor o menor medida la opresión. Y por eso es posible que con alguna de estas mujeres de clase media tengamos algo en común e incluso podamos luchar juntas por reivindicaciones concretas: aborto libre, guarderías. Pero en realidad la clave está en que a ellas la opresión les afecta incomparablemente menos que a las mujeres de la clase trabajadora y no tienen por qué vincularse con nuestras luchas en la medida en que tienen más medios económicos para resolver esos dilemas.
Tampoco la solución está en manos de las mujeres que alcanzan posiciones de poder porque siempre llega un momento clave en que tienen que elegir entre la alianza con su género o con su clase —y la decisión siempre es la misma—.
Así, el nuevo gobierno laborista en Gran Bretaña ha incorporado un número significativo de mujeres en su gabinete. De estas políticas ni una votó en contra —ni siquiera se abstuvo— de la política de Blair para recortar la seguridad social para "padres" solteros (en realidad, la gran mayoría son madres). En Noruega, un país con un gobierno compuesto mayoritariamente por mujeres, se ha propuesto un paquete de recortes que afectará más que a nadie, a las mujeres de la clase trabajadora. En el Estado español, las diputadas del Partido Popular no se han inmutado ni, por supuesto, han salido en contra de las declaraciones machistas de sus compañeros de partido.
Bajo un sistema tan injusto, basado en mantener algunos(as) privilegiados(as) a costa de la pobreza, falta de poder y falta de libertad de la gran mayoría, no es posible que estas mujeres privilegiadas puedan o quieran enfrentarse al mismo sistema que produce sus privilegios y que mantiene la miseria de los demás.
En resumen, un hombre de clase trabajadora tiene más razones para implicarse en las luchas de la mujer trabajadora. Se beneficiará de que su compañera tenga acceso al aborto libre, a un puesto de trabajo digno, a guarderías gratuitas. Una victoria de la mujer no sólo mejorará su vida —más sueldos en casa, menos presión familiar, más tiempo libre para los dos— sino que además la lucha de los oprimidos contra el capitalismo beneficia a toda la clase trabajadora. Así, la lucha contra el racismo es la lucha en defensa de la mujer, la lucha de los mineros es la lucha contra el racismo, ya que cualquier lucha de los oprimidos da la oportunidad de unir a la clase trabajadora y abre la posibilidad de identificar a su enemigo común, que no es el hombre, el blanco o el trabajador del "primer" mundo, sino la clase y el sistema capitalista.

Separatismo o pensamiento de la diferencia

La falta de una izquierda militante, la falta de luchas generalizadas o dirigidas, al menos, contra los peores ataques del capitalismo a la clase trabajadora, ha dejado abierto un espacio enorme para el crecimiento de la política de "movimientismo". En este contexto se enmarcan los movimientos feminista, ecologista, de solidaridad internacional, etc. Hay un gran espacio potencial que no dirige todas las luchas hacia su raíz —el capitalismo—, estando muy de moda decir que cada uno trabaja en su ámbito. ¡Viva la independencia de los movimientos!
De aquí surge en Francia e Italia la política del feminismo de la diferencia defendida por autoras como Luce Iragay, Alessandra Bocchetti, Françoise Collin, etc. El marxismo considera que cada lucha tiene que intentar generalizarse a toda la clase trabajadora en una lucha común contra el capitalismo, por dos razones: en primer lugar, el capitalismo y el sistema de clases son la causa común de toda la injusticia, opresión y desigualdad dentro de la sociedad y en segundo lugar, uno de los pilares fundamentales de ese sistema es precisamente la división entre los distintos grupos oprimidos dentro de la clase trabajadora (mujeres y hombres, homosexuales y heterosexuales, negros y blancos, etc.) Frente a esto, el pensamiento de la diferencia celebra la divergencia de opinión y el separatismo en las luchas. Como dice Collin, filósofa y directora de Les Cahiers du Grify Françoise:
"A diferencia del enfoque marxista, la lucha de las mujeres no es nunca la aplicación doctrinaria de una teoría sistemática: por el contrario, está obligada a inventar constantemente y en un cierto desorden sus objetivos y sus estrategias…"
Lo que reivindica la política de la diferencia es exactamente esto, la diferencia entre las mujeres y los hombres y que no podemos ni debemos esperar igualdad sino un espacio nuestro para explorar nuestra condición de ser mujer. El énfasis en la búsqueda de soluciones individuales sitúa la raíz del problema en la mente de la gente, en su educación y su comportamiento, y supone que sólo a través de los cambios que cada uno puede ejercer en su vida, y la de sus niños y parejas, podemos erradicar la ideología reaccionaria. Se trata de una idea totalmente ahistórica que no tiene en cuenta de dónde procede la ideología, quién y cómo la impone. Olvida que vivimos bajo un sistema capitalista uno de cuyos modos de mantener el sistema de clases es la ideología. Naturalmente vale la pena enfrentarse a cualquier ejemplo de sexismo, racismo … pero tenemos que tener en cuenta que las ideas cambian más y más rápido en las luchas. En esos momentos la gente está más abierta a ver cómo las ideas reaccionarias, en la medida en que dividen a la clase trabajadora, van en contra de sus intereses.
Para Bocchetti, autora de Lo que quiere una mujer, las mujeres tienen algo en común que las une a diferencia de los hombres, como su capacidad de ser madre. De esto nace la "creatividad femenina", el "amor a la paz" y la necesidad de compartir un espacio para intercambiar nuestra experiencia de "ser mujer". El hecho de que una mujer de clase dominante tiene intereses exactamente contrarios a una mujer de clase trabajadora no presenta problema para Bocchetti: "Nosotras, las mujeres, somos diferentes entre nosotras, podemos haber tenido o tenemos más o menos oportunidades en la vida, más o menos dinero, más o menos instrucción, más o menos "fortuna", pero todas sin excepción hemos tenido que vérnoslas con la idea de mujer…"
Para este feminismo todo enfoque tiene que darse desde el punto de vista de género; además, las luchas que reivindican el derecho de las mujeres a tener mejores condiciones dentro de un sistema tan injusto no valen, "…el bienestar material, cuando supera el umbral de las necesidades reales, no garantiza en sí mismo ninguna conquista real… Para hacer un mundo más decente y tener una vida posible lo que sirve no es tener siempre más, sino no perder el sentido de sí".
Para ella hay algo casi metafísico en el hecho de ser mujer que capacita para algunas cosas e incapacita para otras. De la misma manera ve a todos los hombres como iguales, con igual poder e influencia; por ejemplo, con respecto a la guerra dice: "…una mujer no puede pensar-inventar nada prescindiendo de su cuerpo, le resulta imposible esa facultad de abstracción necesaria para pensar y organizar las guerras… Los hombres son capaces de inventar y construir bombas para una guerra…". Y ¿Thatcher y Ciller? —los ataques a los kurdos—, ¿Madeleine Albright? —organizando ya la guerra del Golfo— o ¿el apoyo de las diputadas tanto del PSOE como del PP a la última guerra del Golfo en 1991? Según Bocchetti el hecho de que hoy en día, por ejemplo, casi un 69% de la población del Estado español esté en contra de un ataque de los EEUU contra Irak se supone que no significa el compromiso de los hombres con esta postura. El hecho de que millones de hombres y mujeres de clase trabajadora morirían en una guerra o de que también mueren hombres de hambre en este mundo y sufren la violencia del sistema capitalista (aunque naturalmente las mujeres experimenten aún más cualquier agresión que nos pueda imponer el capitalismo) no cuenta para este feminismo.
Pero Bocchetti va aún más allá; no se limita a decir que todos los hombres son iguales sino que se plantea por qué las mujeres deberíamos luchar contra una guerra planeada por los "hombres": "¿Por qué, entonces, deberíamos ser las mujeres las que pidiéramos la paz? más bien que la pidan los hombres, en nombre de su identidad colectiva, en nombre de ese orgullo de ser hombre que todo hombre posee, incluso el más mísero, el más pobre, el más débil, el más idiota…"
Aún peor que considerar a todos los hombres igualmente responsables de la opresión de la mujer y el éxito capitalista, es negar el papel de la mujer en la historia como luchadora, revolucionaria y anticapitalista. Niega que las mujeres han soñado o pueden soñar con un mundo más igualitario para todos y tener ideales que no estén estrictamente vinculados siempre a un mundo de "yo", "mi", "mujer". Lo máximo que podemos esperar está claramente planteado como objetivo: "…Las mujeres en la historia no han podido tener ideales, ni construir utopías… una revolución de las mujeres sólo podía ser diferente de todas las demás… ¿hacia dónde tiende el feminismo?… el feminismo tiende a la construcción del orgullo de ser mujer".

¿Feminismo o marxismo?

Afortunadamente, hay feministas que critican al pensamiento de la diferencia y explican sus raíces.
Como Lidia Cirillo (autora de Mejor huérfanas, Viento Sur, 1994) que presenta una crítica refrescante: "Nunca, desde la caída del fascismo se había oído hablar tanto de madres, de mamás, de maternidad biológica y metafísica, de papel maternal de la mujer, etc.". Cirillo explica que esta política viene, sobre todo, de la entrada masiva de las mujeres de clase media en el mundo de la cultura, donde se han creado un espacio de "investigación sobre la mujer, que las mujeres reivindican para sí mismas…" Como hemos dicho antes, las mujeres de clase media, que no tienen por qué luchar para mejorar sus condiciones materiales ni derechos básicos, han inventado una política que no sólo justifica sus posiciones distintas de las demás, sino que intenta unir a todas las mujeres, basada en su experiencia como mujer y nada más.
El problema con el separatismo que exigen algunas feministas es que no representa el mundo real en que tenemos que luchar. Está bien que las mujeres encuentren un espacio para reflejar entre ellas los efectos dañosos de estar oprimidas, pero ver esto como solución es simplemente cerrar los ojos al lugar en que tenemos que luchar, en el trabajo, en la calle, en casa, contra el sexismo que nos divide, hacia una lucha que nos una contra el capitalismo.
¿Por qué tantas feministas reivindican la necesidad de organizarnos separadamente? La respuesta está basada sobre todo en la idea de que la opresión de la mujer ha existido siempre y que, fundamentalmente, el hombre es el responsable de ella y no puede formar parte de la lucha para la liberación de las mujeres ya que va en contra de sus propios intereses.
En contraste, la feminista Julia Varela tiene una postura mucho más crítica de esta "unidad" de mujeres —histórica y actualmente—. Varela niega que las mujeres tengan una raíz que las conecte en una misma lucha de "identificación de sí", y dice, "El hecho de ser ‘mujer’ no implica que de forma espontánea surjan lazos de solidaridad y de fraternidad, ya que las relaciones de poder no son ajenas a los grupos de mujeres…". La dominación de siempre de las mujeres por los hombres, comúnmente llamada "patriarcado", tampoco sirve para Varela: "…el concepto de "patriarcado", reenvía un supuesto proceso de dominación global, unidimensional y unidireccional, por lo que más que proyectar luz sobre los cambios históricos, tiende en realidad a encubrirlos".
Frente a las ideas feministas que defienden que la opresión de la mujer es producto de la diferencia entre sexos que ha existido desde siempre, los marxistas consideramos que la opresión de la mujer surgió con la división del trabajo. Esta división en principio supuso un avance relativo para la sociedad y produjo también una nueva organización social. En esta situación, con el desarrollo de la producción y la sociedad de clases, las mujeres quedaron relegadas a tareas no productivas. Su papel fundamental pasó a ser el de reproducir las nuevas generaciones de trabajadores de forma privatizada. La estructura familiar jugó un papel fundamental y, aunque es cierto que la sociedad ha sufrido enormes cambios y con ella la familia, las bases siguen siendo las mismas. La reproducción sigue estando privatizada y por lo tanto la familia sigue siendo fundamental para el capitalismo y lo seguirá siendo: es imposible que el estado capitalista asuma el gasto que supondría la reproducción socializada y, por lo tanto, es imposible que la mujer pueda liberarse de su papel dentro de la familia. Mientras exista el capitalismo, existirá la familia; mientras exista la familia, existirá la opresión de la mujer. Naturalmente, seguiremos luchando para conseguir mejoras pero siendo conscientes de que no lograremos la liberación bajo este sistema.

La clase trabajadora y los oprimidos

Este artículo se publicó en Socialismo Internacional/En lucha Nº 1, primavera de 1994. El texto es una charla realizada en las jornadas Marxismo, organizadas en Londres por el Socialist Workers Party. El autor fue fundador del SWP, y de la corriente Socialismo Internacional.
Tony Cliff
¿Por qué Carlos Marx daba tanta importancia al papel de la clase trabajadora? No fue por la cantidad de personas que la componían. De hecho, cuando Marx escribió el Manifiesto Comunista, los únicos dos países donde se había completado la Revolución Industrial eran Inglaterra y Bélgica.
A nivel internacional, la clase trabajadora era pequeña. Sin embargo, hoy en día sólo en Corea del Sur hay más trabajadores de los que había en el mundo entero en los tiempos de Marx. Incluso ahora, a finales del siglo veinte, la clase trabajadora no ha llegado a constituir la mayoría de la humanidad. Esa mayoría la componen los campesinos.
Marx eligió a la clase trabajadora porque decía que es el sujeto de la historia, a consecuencia de encontrarse en una situación colectiva. Según él, la clase trabajadora no es una colección de personas, sino un colectivo. Hay una diferencia enorme entre estas dos condiciones.
En Rusia, por ejemplo, quienes más sufrían antes de 1917 no eran los trabajadores. Los 40.000 trabajadores de la fábrica de Putilov, en Petrogrado, tenían los salarios más altos. Sin embargo, fueron ellos los que constituyeron la base del partido bolchevique. Además, los trabajadores poseían mayor nivel cultural que los campesinos —cerca del 80% de los trabajadores sabían leer y escribir—.
De ahí que podamos concluir que el aspecto más importante en cuanto al protagonismo de la clase trabajadora no tiene que ver con las privaciones ni con el sufrimiento, sino con el hecho de que la clase trabajadora constituye un colectivo.
Por este motivo, Marx describió a la clase trabajadora como una clase unificada y universal. De tal forma que será la clase trabajadora la que, a la hora de su autoemancipación, liberará a la vez a toda la humanidad a la vez, porque hay que romper las cadenas del capitalismo allí donde se forjen.
En cambio, si se considera que los liberadores pueden ser el conjunto de los oprimidos, esto nos presenta un problema difícil de resolver. Es verdad que hay muchos más oprimidos en el mundo que trabajadores. Hay miles de millones de mujeres oprimidas, de negros oprimidos, de asiáticos, de gays y de judíos. La cantidad casi no tiene límite.
¿Se les puede considerar un colectivo? De ninguna manera. Los oprimidos no se juntan de forma automática para luchar contra la opresión. Una alianza amplia entre los oprimidos no podría resistir ni cinco minutos la prueba de la lucha.
No es verdad que porque uno sea gay, automáticamente vaya a apoyar la lucha de los negros, o porque uno sea negro vaya a apoyar la lucha de los gays, o porque uno sea gay vaya a apoyar la lucha de los judíos.
Y si alguien tiene alguna duda, sólo hay que ver la realidad cotidiana. Por ejemplo, no es verdad que los que atacaron a los judíos en la Alemania de Hitler fueran exclusivamente heterosexuales. Entre los antisemitas más feroces se contaban los gays alemanes. ¿Por qué? Porque en la mente de los nazis el ser gay equivalía a ser inferior a los demás. Pero si uno llevaba chaqueta y botas de cuero y una esvástica en la solapa, uno se sentía un ser superior en comparación con un judío o con una mujer.
De la misma manera, si se tienen dudas sobre las relaciones entre las mujeres y los negros basta con hacer cola en la parada del autobús. Si el autobús llega con cuarenta minutos de retraso y el conductor es negro, se escucharán comentarios desagradables y sobre todo racistas por parte de las mujeres.
Esto se debe a que, como individuos, esas mujeres sufren terriblemente. Viven en bloques, probablemente no tienen dinero suficiente, o el bebé les ha mantenido despiertas toda la noche. Quizá, ni después de tomar un Valium consiguieron dormir y por eso se descargan con el conductor negro.

Divisiones entre los oprimidos

Mucha gente no parece creer que esto pueda pasar. Dicen, "una mujer está oprimida, un negro está oprimido, así que los dos harán causa común." Pero la verdad es que no es así. El unirse de esta forma no es en absoluto automático.
No es ni tan siquiera verdad que los que sufren de la misma opresión se unan. Si fuera verdad, Marx no habría escrito, "¡Proletarios de todos los países, uníos!" Habría escrito, "¡Oprimidos de todos los países, uníos!"
Al referirse a la clase trabajadora, Marx nunca usó la palabra "oprimidos", porque en primer lugar sabía que distintos grupos de personas oprimidas no se unen, ni tan siquiera ante la opresión que sufren en común.
Hace miles de años que las mujeres están oprimidas. Pero es ilusorio pensar que exista un nexo entre todas las mujeres. La historia de la esclavitud demuestra que las mujeres han sido tanto dueñas como torturadoras de las mujeres esclavas.
Repetidas veces la historia demuestra que ha habido divisiones entre las mujeres porque pertenecían a distintas clases sociales. La Comuna de París es un buen ejemplo. Las Comuneras eran unas luchadoras excelentes. Según el corresponsal del Times en París, en un artículo sobre la Comuna: "si París hubiera estado lleno de mujeres la revolución habría triunfado". Aunque sea una exageración, la verdad es que sí que fueron valientes. Sin embargo las mujeres ricas celebraron la llegada de las tropas victoriosas de Versailles pinchándoles los ojos con la punta del paraguas a las mujeres de la Comuna.
Los oprimidos no se unen por la sencilla razón de que ellos mismos están divididos en clases. Las mujeres capitalistas no tienen igualdad de derechos en comparación con los hombres capitalistas. En Gran Bretaña sólo el 40% de las acciones de las compañías británicas pertenecen a mujeres, a pesar de que más del 40% de la población son mujeres. Pero la distancia entre el hombre que es accionista y la mujer que también lo es, es mucho más pequeña que la distancia entre las accionistas y las mujeres que no son dueñas de nada.
El elemento clave en la lucha es la cuestión del poder. La concienciación no surge porque la gente se ponga a pensar: ¿Cómo vamos a concienciarnos? La concienciación surge de que la gente sienta seguridad en sí misma y se encuentre en forma para pelear. Así es como cambia.

La revolución de la conciencia

En Rusia, antes de 1917, los judíos sufrían una fuerte opresión. En 1881 hubo pogromos (matanzas y robos) contra los judíos en cientos de pueblos y aldeas. A los judíos no se les permitía vivir ni en Moscú ni en Petrogrado.
En 1917 todo cambió. El presidente del Soviet de Petrogrado, Trotski, era judío. El presidente del Soviet de Moscú, Kámenev, también era judío. El presidente de la República Soviética, Sverdlov, también lo era. Y cuando Trotski se colocó al frente del Ejército Rojo, lo reemplazó como presidente en Petrogrado, otro judío, Zinóviev.
Los millones de personas que los eligieron eran hijos de personas que habían tomado parte en los pogromos. No cambiaron de parecer por haber leído el Manifiesto Comunista, sino porque en el curso de la lucha se enorgullecieron de sí mismos hasta tal punto que no tuvieron necesidad de buscar chivos expiatorios en los demás. En esas circunstancias era absolutamente lógico que eligieran a Trotski.
La cuestión del poder es la clave. Esa sensación de seguridad es fundamental. Lord Acton dijo que "el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente". El refrán debió de decir: "El poder corrompe, y la falta de poder corrompe absolutamente".
No hay nada peor que la sumisión. No hay nada mejor que la lucha, que la pelea. La lucha genera confianza. El hecho más terrible es que los oprimidos, en tanto que son una colección de individuos, no experimentan la sensación del poder. Por eso no crecen ni emocional, ni intelectualmente.
La mayor hazaña de la Revolución Rusa no fue el realizar huelgas de masas, ni tan siquiera la creación de los Soviets. Lo más grande y maravilloso fue el crecimiento espiritual de los trabajadores rusos. La falta de poder no da lugar a ese crecimiento.
Hay dos ejemplos que lo demuestran.
Sergéi Zubátov era jefe de la Okhrana (la policía secreta del Zar) en Moscú y decidió organizar a los sindicatos para apoyar al Zar. Zubátov era un hombre muy inteligente y escogió a los trabajadores judíos para organizar estos sindicatos. Según él, los trabajadores judíos eran diferentes de los rusos. Los trabajadores rusos eran antisemitas, lo cual implicaba que los trabajadores judíos tendrían que organizarse por separado.
Los trabajadores judíos hicieron lo que se les pedía porque no se fiaban de los rusos. Pero no eran lo suficientemente fuertes como para sobrevivir por su cuenta. Puesto que no pudieron luchar solos contra el régimen zarista y contra los trabajadores rusos a la vez, terminaron por colaborar con el régimen. El jefe de los colaboracionistas, del lado ruso, fue un hombre llamado Plehve que era ministro del interior en aquel tiempo. Tenía ese mismo puesto cuando en 1881 organizó los pogromos contra los judíos.
El hecho de que los judíos sufrieran terriblemente en el pogromo no los convirtió en antizaristas. Por el contrario, debido a su carencia de poder, muchos colaboraron con el Zar.
El otro ejemplo es el de los Panteras Negras en EEUU, en la década de los ’60.
Los Panteras fueron luchadores tremendamente valientes, pero tenían un problema. Los negros constituyen aproximadamente un 10% de la población de EEUU y no se puede vencer al capitalismo norteamericano con sólo el 10% de la población. Los Panteras Negras lucharon. Muchos murieron asesinados por el Estado. Los que quedaron fueron incorporados al sistema a causa de su falta de poder.
Las consecuencias están a la vista. Hay alcaldes negros en 200 ciudades aproximadamente. Hasta en programas televisivos como Starsky y Hutch el jefe de la policía es interpretado por un negro. Los blancos otorgaron ciertas concesiones a un sector de los negros. Pero para la inmensa mayoría de los negros esto no significaba nada.
Uno de los ejemplos más patéticos hoy día es Eldridge Cleaver, que fue el teórico de los Panteras y que solía definirse como marxista. Cuando apareció en la televisión de Londres, al responder a una pregunta dijo que había dejado de ser marxista porque cuando su mujer le dio un hijo, supo que Dios existía. Como respuesta a la pregunta: "¿Cuándo dejó Vd. de ser leninista?" dijo: "Un día miré hacia las nubes y vi la imagen de Lenin; luego las nubes se dispersaron y comprendí que el leninismo es efímero." La explicación real era, por supuesto, la carencia de poder. La adaptación al status quo. Esto es lo que pasa con todos los movimientos que no tienen poder.
De modo que para los socialistas el problema clave es muy sencillo. Los oprimidos solamente tendrán poder cuando se unan con el poder decisivo de la clase obrera. Cuando Marx dijo que la historia de la sociedad es la historia de la lucha de clases, quiso decir que hay una postura estratégica y que todo está determinado en relación a esa postura.

Las luchas de las trabajadoras

Las mujeres de Gran Bretaña mostraron mayor confianza en sí mismas en la época de auge de la lucha. El período comprendido entre 1968 y 1974 fue maravilloso. En el ’68 las trabajadoras de la Ford fueron a la huelga y pararon toda la fábrica de Ford en Dagenham, Inglaterra. En 1969 tuvo lugar la primera huelga de profesores, la mayoría de los cuales eran mujeres. Vimos la primera huelga de enfermeras, una gran huelga nacional.
Las mujeres hicieron avances extraordinarios en aquellos momentos. Al mismo tiempo, avanzaban los hombres. Fue el período de la huelga portuaria del ’72 y de las huelgas mineras del ’72 y el ’74.
Mujeres y hombres marchaban juntos como un gran ejército. Cuando ese ejército comenzó a retroceder, todos retrocedieron. Es más, las mujeres retrocedieron más que los hombres. Tenían menos poder y en consecuencia, no podían mantenerse solas.
La batalla no la puede librar solamente un sector. Tenemos que comprender que dependemos los unos de los otros. Los socialistas tenemos que rechazar la idea de que porque la gente sea diferente tiene que estar separada.
El ser marxista implica reconocer que no es lo mismo ser un hambriento en Etiopía que ser un jubilado en Europa. Y que ser un jubilado en Europa es diferente de ser un parado en Europa. Si eres reformista crees que hay una solución para el pueblo de Etiopía, otra solución para los jubilados, y otra para los parados en Gran Bretaña.
Sin embargo, el capitalismo es la causa del desempleo, de la hipotermia* y del hambre en Etiopía. Como todos estamos en el mismo barco (aunque en diferentes lugares y condiciones) no existen soluciones separadas.
Hay cientos de caminos que llevan a Roma, pero hay una sola Roma. Hay cientos de razones para ser socialista, pero sólo hay un socialismo. Por eso, la idea del separatismo es catastrófica.
El separatismo tiene una base muy sencilla. Se basa en un supuesto conflicto de intereses entre todos nosotros. A primera vista parece absolutamente cierto. Mi padre me decía en los años treinta: "Los alemanes y los judíos tienen un conflicto de intereses. Por eso soy sionista." En cierto modo tenía razón. Los alemanes mataron a los judíos. Los judíos no mataron a los alemanes. Allí sí que hubo un conflicto de intereses.
La mayoría de los alemanes creía que había un conflicto de intereses, porque las ideas dominantes en la sociedad son las ideas de la clase dominante.
La mayoría de los judíos creía sinceramente que había un conflicto de intereses porque si los alemanes te están matando, esto quiere decir que ellos son el verdadero enemigo. Parece completamente lógico. Por eso el sionismo surge como un fenómeno natural.
La organización socialista separatista judía en Rusia, el Bund, solía decir: "nosotros no odiamos a los rusos, pero los rusos no nos entienden." La respuesta de Lenin fue que si los trabajadores rusos no podían unirse a ellos, no había esperanza para el socialismo.
En 1903, cuando el Bund reivindicaba la idea de la autonomía de los trabajadores judíos, Lenin —consciente del riesgo de que le llamaran antisemita— hizo que diez de los más prominentes revolucionarios judíos redactasen una declaración contra la autonomía de los judíos. En realidad, los del Bund eran sionistas metidos en un barco pero sin tierra adonde llegar. Aceptaban los principios de los sionistas en los que los judíos y los gentiles tenían un conflicto de intereses, lo cual parece cierto a simple vista.
Cuando una mujer se levanta a las dos de la mañana para alimentar al bebé está claro que el hombre se beneficia de ello, ¿verdad? Parece todo tan obvio. Igual que los judíos y los alemanes. Pero cuando uno examina más detenidamente las suposiciones, se ven claramente los fallos que tienen.
Los trabajadores protestantes de Irlanda del Norte piensan que pegarles a los católicos les beneficia a ellos. De otro modo no lo harían. Es probable que el protestante consiga trabajo antes que el católico, y que tenga más dinero. Pero ese mismo trabajador gana menos que uno de Birmingham o de Glasgow.
Un trabajador blanco que da patadas a uno negro en el Sur de Estados Unidos, piensa que tiene ventaja porque gana más que los negros. Pero los trabajadores blancos ganan mucho más en el Norte (de hecho, los negros del Norte cobran más que los blancos del Sur). Cuanto más bajos sean los sueldos de los trabajadores negros, más bajos serán los de los trabajadores blancos. Los trabajadores negros y blancos se benefician, tanto en términos proporcionales como en términos absolutos, si el otro mejora su situación. Esto es igual de válido si se compara a los hombres y a las mujeres de la clase trabajadora.
El problema es que, a primera vista, las cosas no parecen ser así. Parece que haya un conflicto de intereses entre distintos grupos de trabajadores.
Con razón, Marx siempre odió la idea del llamado ‘sentido común’, porque en la realidad, el sentido común no es ni más ni menos que la materialización de las ideas dominantes en nuestra sociedad. Algunos trabajadores dicen: "El capitalista está obteniendo muchas ganancias, y eso es mucho mejor que si tuviera escasas ganancias". Se supone que todo el mundo sabe que de ese modo el puesto de trabajo está más seguro. Es de sentido común. Siendo así, el trabajador debería unirse al capitalista para crear más ganancias. Eso es lo lógico.
En la obra de Bernard Shaw, Santa Juana, uno de los protagonistas dice que es obvio que el sol se mueve alrededor de la tierra. Basta con mirar. ¿Quién ha visto alguna vez a la Tierra moverse alrededor del Sol? Es de sentido común que el Sol se mueva alrededor de la Tierra. Lo cual es una perfecta demostración de la estupidez del ‘sentido común’. De la misma manera, parece obvio que los hombres se benefician de la opresión de la mujer.
Si sólo vemos las interrelaciones entre los individuos, nada tiene sentido. Ese es un concepto liberal de la sociedad; puesto que los liberales aceptan las ideas capitalistas, ven a la sociedad solamente como una colección de individuos.
Los marxistas dicen exactamente lo contrario: un individuo nace dentro de una clase, dentro de una sociedad. El análisis liberal es nefasto, porque las envidias surgen entre los individuos cuando están en contacto unos con otros.
¿Cómo crees que la clase dominante vende la política del control salarial? Ellos dicen que mientras tú ganas £120 a la semana, otro trabajador gana £500. ¿No sería más justo que le quitáramos dinero a él para aumentarte el salario a ti? Los revolucionarios dicen, el capitalista se lleva el 60% del pastel, luego reparte las sobras y nos incita a enfrentarnos los unos contra los otros.
Por lo tanto, la relación entre los hombres y las mujeres en el movimiento obrero es la siguiente: ambos sufren a manos del capitalismo, ambos viven en condiciones terribles. Las mujeres tienen peores condiciones que los hombres. El capitalismo agobia aún más a la mujer que al hombre. No es un proceso natural que la mujer sea la que atienda a los niños. Se ve obligada a hacerlo bajo el capitalismo. Los niños pueden ser criados de forma diferente, si hay guarderías, comedores, un sistema de lavanderías provisto por la comunidad, etc.
Hoy todo eso no existe. No porque vaya en contra de la naturaleza humana, sino por el gasto que supone al capitalista. Éste quiere sacar los mayores beneficios de la forma más barata posible. ¿Qué mejor modo que diciendo que el lugar de la mujer es la cocina y el del hombre la fábrica?
Esto hace que el hombre individual parezca el carcelero de la mujer. Pero el carcelero no es el hombre, sino el capitalismo.
Es como si por ejemplo yo viajara en un tren sucio, pero como soy una persona blanca, bajo el capitalismo, tendría un asiento al lado de la ventanilla. Una mujer o una persona negra tendría un asiento lejos de la ventanilla y en peores condiciones que las mías. Pero el problema más importante sería el tren. Todos tendríamos que aguantar el mismo tren y no tendríamos ningún control sobre el conductor que nos lleva hacia el abismo.
¿Por qué la clase capitalista nos muestra constantemente estas diferencias? Porque quiere desviar nuestra atención del problema central: las relaciones de clase. Constantemente se nos dice que nos fijemos en las relaciones personales, las disputas entre un sector y otro. Por eso los socialistas deben rechazar conceptos tales como que el enemigo del trabajador no cualificado, es el trabajador cualificado; el del hombre, la mujer y viceversa.
No es sorprendente que el movimiento de los oprimidos esté en claro declive. El movimiento de las mujeres y el de los negros en EEUU, en los años 60, subió como un cohete pero cayó en picado. Sólo podremos explicar este hecho si comprendemos la conexión entre estos movimientos y el nivel de la lucha de clases.
En Gran Bretaña, a finales de los 60 y a principios de los 70, los trabajadores industriales ganaron importantes victorias. También se promulgó la ley del aborto en 1967, los anticonceptivos gratuitos en 1973 y los anticonceptivos para menores de 16 años en 1974.
Luego vino el comienzo de la reacción: en 1975 James White; en 1977 William Benyon; en 1979 John Corrie, todos procurando atacar el derecho al aborto.
La comisión que vigilaba el salario mínimo fue abolida, lo cual supuso principalmente un ataque a la mujer, ya que las mujeres componen la amplia mayoría de los trabajadores con los salarios más bajos. También hubo fuertes recortes en sanidad y seguridad social, lo cual, una vez más, afectó sobre todo a la mujer.
Además, hubo intentos de mermar el suministro de anticonceptivos por parte de Gillick y Powell. En 1975 hubo una manifestación de grupos pro-aborto con 40.000 hombres y mujeres. En 1979 se movilizaron 80.000 personas. Pero en 1985 en una manifestación en contra de nuevas propuestas impulsadas por la señora Gillick para recortar el derecho al aborto, participaron sólo 3.000.
En el primer período, la lucha se desarrolló alrededor de reivindicaciones generales tales como el aborto y la igualdad de salario. En los últimos nueve años las luchas no se han dado alrededor de demandas colectivas, sino de reivindicaciones diferenciadas. Se ha prestado mucha mayor atención a las relaciones individuales, personales y a la concienciación de la persona como individuo. Se preguntan, ¿la gente es mala, sexista…?, como si ese fuera el problema.
Los movimientos que se han volcado en posturas individuales han terminado desintegrándose.
La enemistad entre distintos grupos de mujeres alcanzó niveles terroríficos; lesbianas politizadas contra heterosexuales etc. Una feminista norteamericana resumió la situación así: "La hermandad de la mujer es poderosa. Mata a las hermanas."
La crítica que hizo Marx, de la competitividad y del individualismo de los capitalistas, se puede aplicar también a lo que queda del movimiento feminista. Él describió a los capitalistas como "una banda de hermanos hostiles". Están unidos contra los demás pero se odian entre sí. El feminismo hoy es una banda de hermanas hostiles.
Cuando hablamos de la acción colectiva, lo importante es resaltar la idea de clase. Por eso, la clase trabajadora no puede permitirse el lujo de decir que el enemigo está dentro de sus propias filas.
La gente a menudo se pregunta por qué en la corriente Socialismo Internacional somos tan obsesivos con la siguiente pregunta: "¿Se benefician los trabajadores de la opresión de la mujer?" Yo creo que si el hombre se beneficia de la opresión de la mujer, jamás podrá haber unidad entre los hombres y las mujeres. Si los blancos se benefician de la explotación de los negros, jamás podrá haber unidad entre blancos y negros, a menos que se crea en la idea social demócrata, de que lo que necesitamos es la caridad. Los que tienen deben de cuidar de los desposeídos, por razones emocionales y morales.
Cuando Marx dijo: "¡Trabajadores de todos los países, uníos!" quería decir que es en el interés de los trabajadores ingleses, que triunfen los trabajadores indios. Y que es en el interés de los trabajadores indios, que los trabajadores ingleses venzan.
Si aceptamos el argumento de que "el hombre se beneficia" o de que "el blanco se beneficia" quebramos completamente la unidad de clase. La clase capitalista a la vez une y divide a los trabajadores. En realidad es así como sobrevive. Cualquier concesión al divisionismo o agnosticismo sobre esta cuestión, resulta catastrófica.
La persona a la que más detesto es la persona agnóstica. Yo entiendo al ateo —yo soy ateo— y también al religioso. Quien se reivindica agnóstico es un verdadero hipócrita. En cuanto a la cuestión de quién se beneficia de la opresión, tampoco debe haber ninguna indecisión. Prefiero a la gente que se equivoca que a la gente que dice que tal vez sí, tal vez no.
Es muy importante que los revolucionarios se identifiquen con los oprimidos. Pero ¿cómo hacerlo? Lenin lo expresó de una manera brillante en un pequeño panfleto llamado, "A los pobres del campo".
Comienza diciendo, "Quizá hayas estado en una ciudad, o si no has estado tú, ha estado tu padre, o tu tío, o tu hermano —Lenin era muy paciente, y así llegó a toda la población— o un amigo tuyo ha estado en una ciudad. Y allí ¿qué encontró? Que los trabajadores estaban en huelga."
En resumen, Lenin pone énfasis en la actividad colectiva. Cuando había pogromos en Rusia, ¿dónde concentraban sus esfuerzos los bolcheviques? Se dirigían a las grandes fábricas para usar el poder colectivo de los trabajadores y así aplastar a los pogromos.
Necesitamos el poder colectivo. Las conclusiones surgen de ahí. El partido revolucionario es como la síntesis de la clase trabajadora, porque creemos en la unidad de clase, y porque reconocemos que la clase trabajadora es desigual y está dividida.
En consecuencia, en el partido revolucionario si uno es gay, por supuesto defiende a los gays, y si no lo es, también defiende a los gays.
Cuando en 1977 el grupo fascista británico National Front redactó un folleto diciendo que el líder del SWP, Tony Cliff, era judío, no redactamos un contrafolleto diciendo que sí, pero que la mayoría del Comité Central no lo era. Dijimos: "Todos somos judíos." Asimismo, si los negros son atacados, todos somos negros. Si lo son las mujeres, todos somos mujeres, si los gays, todos somos gays. Por nuestra forma de organización, nunca haremos concesiones al separatismo. Explicaré lo que quiere decir.
El partido bolchevique tenía un diario para las mujeres. Espero que algún día tengamos uno también nosotros. El consejo editorial del periódico de las mujeres estaba integrado por: Armand (una mujer), Krupskaya (una mujer) y Bujarin (un hombre). En la conferencia de mujeres de Berna, en 1916, Lenin fue el principal líder bolchevique.
Trotski era el dirigente de los bolcheviques en el soviet de los trabajadores. El soviet estaba integrado por delegados de fábricas. Trotski jamás había sido mecánico en su vida, sin embargo fue delegado. ¿Por qué? Porque representaba a una misma clase.
Comparemos esto con el horrible soviet de Berlín de 1918. Rosa Luxemburgo no fue admitida en el Soviet porque no era obrera. Karl Liebknecht tampoco fue admitido. Eran personas que habían sacrificado años de su vida en la cárcel. Habían luchado durante muchos años, y luego la gente se volvió y les dijo: "No sois obreros, no podéis entrar".
Creemos en la unidad de clase, y no importa de qué persona se trate.
Sin lugar a dudas, un día tendremos en Gran Bretaña un periódico en punjabi, uno en urdu, otro en bengalí y otro de la mujer. Una vez que se desarrolla un movimiento de masas, es absolutamente necesario tener periódicos en diferentes idiomas para adaptarse a situaciones concretas. Eso no quiere decir que haya separación, eso viene a través de la división del trabajo. Hay una política, una dirección, una organización. La suma de todo esto es el centralismo democrático.
La idea principal del centralismo democrático es sobreponerse al separatismo, vencer la tendencia hacia la ruptura de la unidad. Y esa tendencia a desmembrarse es un fenómeno constante.
La única forma de liberar a los oprimidos es bajo la dirección de la clase trabajadora. Ni Marx, ni Lenin hablaron de la unidad de los oprimidos. Dijeron, "¡trabajadores de todos los países, uníos, sois la dirección de todos los oprimidos!"

Socialismo y liberación

Esta sección es parte de un artículo que fue publicado en Socialismo Internacional/En lucha Nº 4, marzo/abril de 1995. La autora es redactora de la revista Socialist Review.
Lindsey German
¿Desaparecerá con el socialismo la opresión de las mujeres? Después de la revolución, ¿no habrá machistas, hombres que acosen sexualmente a las mujeres e incluso violadores? ¿No seguirán siendo las mujeres las responsables de cuidar y asistir a los demás, aun cuando se ocupen de otros niños aparte de los propios? ¿No habrá mujeres que deseen vivir en el seno de una familia convencional a la que consideren como el sitio en el que se encuentran más seguras?
En el proceso revolucionario millones de mujeres comenzarán a poder hacer uso de todas sus capacidades, algo que la estructura familiar, imperante actualmente, nunca podrá permitirles. Millones de hombres dejarán de ver a las mujeres como buenas cocineras, objetos sexuales o madres amantísimas, y comenzarán a verlas como luchadoras obreras. La opresión de las mujeres, no lo olvidemos, data de miles de años. Es una forma de opresión más profunda que cualquier otra debido, por un lado, al largo tiempo durante el cual ha existido, y por otro, a que atañe a las relaciones más íntimas y a las relaciones sexuales (tanto amorosas como opresoras) entre las personas. Por consiguiente, todos los problemas derivados de la opresión no desaparecerán ni en los primeros días, ni en los primeros meses de la revolución.
Los seres humanos deberán escoger y decidir acerca de cómo alcanzar su liberación. No obstante, los cambios materiales que conllevará el socialismo establecerán las condiciones necesarias para que desaparezca la opresión de las mujeres y, finalmente, para que la humanidad alcance su liberación.
En primer lugar, los recursos de la sociedad se destinarán a erradicar la opresión. En la sociedad capitalista se invierte muy poco para que la vida de las mujeres sea más llevadera y agradable. El gasto en servicios de guardería, por ejemplo, es escaso y a menudo transitorio y su cometido no es otro que el de responder a las necesidades del capital (como las guarderías que se crearon durante la segunda guerra mundial cuando el mercado de trabajo requería mano de obra femenina). En una sociedad socialista el dinero no se gastará en desarrollar armas nucleares, ni en financiar a los ricos, ni en otorgar subsidios a las escuelas privadas. Por el contrario, el dinero se invertirá en mejorar la calidad de vida de los trabajadores, en servicios sanitarios, en educación y en servicios de atención a la infancia. Un elemento fundamental para lograr todo esto es que existan servicios que cubran todas las necesidades ahora encomendadas a la familia: comedores, guarderías y lavanderías. Será toda la comunidad, y no los individuos que integren la familia, la que se ocupará de los ancianos, de los enfermos y la que se asegurará de que quienes requieran cuidados, fuera de la familia, cuenten con los servicios adecuados. Las viviendas se asignarán sobre la base de necesidades evaluadas de acuerdo a criterios compartidos y no según la riqueza de los individuos.
También será completamente diferente el papel que desempeñarán las leyes y la prensa. Mientras que actualmente ambas reflejan la opresión de las mujeres a través de imágenes estereotipadas que de ellas se proyectan, en una sociedad socialista ocurrirá todo lo contrario. Esto no significará la desaparición automática del machismo, pero sí que las ideas sexistas habrán dejado de gozar de la respetabilidad que ahora tienen.
La liberación no se alcanzará desde el primer día de la revolución, pero desde ese momento las mujeres contarán con una total igualdad social, jurídica y financiera, lo que constituirá no únicamente un enorme avance, sino que también creará las condiciones necesarias para que las mujeres alcancen su propia liberación.